Gracias a la gentileza del Sr. José Enrique Doartero, de la ciudad de Laprida, pude fotografiar -con la ayuda de mi amigo Luis María Navas- el magnífico diploma mediante el cual La Estrella del Sud testimonió el ascenso de Federico Rosas al grado de Maestro Masón.
Federico Rosas nació en 1847, era de nacionalidad española, y su diploma le fue otorgado el 20 de noviembre de 1885, siendo Venerable de la Logia azuleña Ruperto Dhers y Secretario Emilio F. Recke.
Posteriormente se trasladó a la ciudad de Laprida.
Este trascendental documento ha de darnos pie para referirnos, con la prudencia que el tema requiere atento su complejidad, a algunos de los símbolos que en el mismo aparecen.
Para ello he consultado la siguiente bibliografía:
Frau y Abrines, Lorenzo: “Diccionario
Enciclopédico de la Masonería”. Publicado bajo la dirección de D. Rosendo Arús
y Arderiu. La Habana, La Propaganda Literaria. Barcelona, Est. Tipográfico “La
Academia”, 1883.
Chevalier, Jean: “Diccionario de
los símbolos”. Barcelona, Herder, 1986.
“Guía de los masones para la
instrucción de sus miembros”
Lavagnini, Aldo (“Magister”): Manual
del Aprendiz. Buenos Aires, Kier, 2005.
Durante la construcción del
Templo de Salomón, Hiram distribuyó a los obreros en tres clases: Aprendices, Compañeros y Maestros,
señalando a cada uno un salario proporcionado a su grado de habilidad.
Los Aprendices se reunían para
recibir su paga en la columna Boaz; los Compañeros en la columna Joachim y los
Maestros en la cámara del medio.
Quince compañeros, viendo que las
obras llegaban a su término sin que les hubiese sido dable alcanzar el grado de
Maestro, resolvieron arrancar por la fuerza al Maestro Hiram los signos,
palabras y toques de este grado a fin de hacerse pasar por Maestros en otros
países y recibir el salario correspondiente a tan honrosa clase.
Doce de entre los descontentos,
reflexionaron las deplorables consecuencias que depararía esta deplorable
acción y terminaron por renunciar al designio que habían formado; pero tres de
ellos persistieron, resolviendo violentar al Maestro para obtener la palabra y
el signo.
Estos tres miserables, llamados Hobhenn, Sterké
y Austerfluth , sabiendo que el Maestro iba al mediodía a hacer sus
oraciones al Templo, mientras los obreros descansaban, fueron a apostarse uno
en cada uno de las tres puertas: Sterké a la puerta del Sud; Austerfluth a la
del Oeste y Hobhenn a la del Este.
Esperaron que Hiram terminase la
plegaria y cuando se dirigió a la puerta del Este se encontró con Hobhenn,
quien le pidió la palabra de Maestro. Hiram le contestó que no podía dársela
pues no estaba cumplido su tiempo de compañerazgo y que si realmente merecía un
aumento de salario, la palabra no podía serle confiada sino en presencia de los
Reyes de Israel y de Tiro, pues ambos monarcas y él habían hecho juramento de
no darla sino en presencia de los tres.
Descontento Hobhenn de esta
respuesta, le asestó un fuerte golpe en la cabeza con una regla de veinticuatro
pulgadas. Hiram huyó hacia la puerta del Sud en donde encontró a Sterké, que
interceptándole el paso le hizo la misma demanda, e irritado porque no pudo
obtenerla, le dio un violento golpe sobre el corazón con una escuadra de hierro
que tenía en sus manos.
Hiram reunió las pocas fuerzas
que le quedaban y se dirigió vacilante hacia la puerta del Oeste pero se le
apareció Austerfluth quien le pidió imperiosamente la palabra de Maestro y
viendo que se la negaba terminantemente, le asestó tan terrible golpe sobre la
frente con un martillo, que le dejó cadáver a sus pies.
Reunidos los tres asesinos,
levantaron el cuerpo de Hiram, le ocultaron debajo de un montón de escombros, y
llegada la noche le sacaron fuera de Jerusalén para enterrarlo muy lejos sobre
la cumbre de una montaña.
Al día siguiente, notando con
extrañeza que Hiram no aparecía para inspeccionar los trabajos, los obreros se
lo comunicaron a Salomón quien realizó varias pesquisas sin resultado, pero los
doce compañeros que habían formado parte del complot inicial, sospechando lo
sucedido y revistiéndose del mandil blanco y de los guantes en señal de
inocencia, fueron a encontrar a Salomón poniéndolo en conocimiento de lo
sucedido.
Salomón envió a estos doce
compañeros en busca del Maestro. Temiendo que la palabra hubiese sido arrancada
a Hiram antes de su muerte, se convino en que la primera palabra que fuera
pronunciada al encontrar su cuerpo sería en lo sucesivo la nueva palabra de
Maestro.
Después de viajar cinco días sin
éxito los compañeros regresaron a dar cuenta a Salomón de la inutilidad de sus
pesquisas. Entonces éste hizo partir a nueve maestros, que se esparcieron por
la montaña, llegando al segundo día a la cumbre del monte Líbano. Rendido uno
de ellos por la fatiga se tendió para descansar sobre un cerrillo, y observó
que aquella tierra había sido removida hacía poco. Llamó a sus compañeros, y
excavando descubrieron un cadáver que presumieron llenos de dolor, debía ser el
de Hiram.
No atreviéndose por respeto a
llevar más lejos sus indagaciones, cubrieron de nuevo la fosa con la tierra que
habían sacado, y para reconocer aquél sitio cortaron una rama de acacia
y la plantaron encima, yendo a dar cuenta a Salomón del triste
descubrimiento.
Al enterarse de la infausta
nueva, Salomón no dudó que los restos mortales pertenecieran a su gran
Arquitecto Hiram, por lo que ordenó a los nueve Maestros volvieran al lugar y
exhumaran el cuerpo. Vestidos con sus mandiles y guantes blancos, los hermanos
se dirigieron nuevamente al monte Líbano y procedieron según lo ordenado, pero
cuando el cadáver quedó al descubierto hicieron un signo de horror pues
haciendo ya nueve días del asesinato, el cuerpo se había descompuesto,
exclamando todos al mismo tiempo Mac Benac
la
carne se separa de los huesos!
Luego de las exequias, Salomón
ordenó la persecución de los tres asesinos. El mayor, como el más criminal, fue
designado con el infamante nombre de Abibalc
(parricida).
En esto, presentóse en palacio un
desconocido, quien reveló a Salomón el lugar donde se habían refugiado los
malhechores. Salomón no quiso confiar a ningún extranjero una misión tan
delicada por lo que reunido el Consejo extraordinario de los Maestros, se
procedió a sortear a nueve de ellos siendo elegido jefe de la comisión de los
Elegidos el llamado Johaben.
Estos prestaron juramento de
vengar la muerte de Hiram, adoptando como palabra de reconocimiento el nombre
del más culpable.
Guiados por el desconocido, los Nueve
salieron de Jerusalén. Después de haber andado veintisiete millas hacia el lado
de Joppa, llegaron a una caverna junto al mar, llamada la caverna de Ben-Acar (hijo de la esterilidad) donde Abibalc (asesino
del padre) y sus compañeros acostumbraban retirarse.
Al anochecer distinguieron a dos
hombres que caminaban con precipitación hacia la caverna. No bien se
apercibieron de la comitiva diéronse a
la fuga por entre las rocas, precipitándose por un barranco, donde los
maestros los hallaron expirando.
Johaben, que se hallaba un poco separado de sus compañeros,
distinguió el perro del desconocido, que se dirigía hacia la caverna como
siguiendo la pista de alguien. El maestro corrió solo y penetró en la caverna
por una escalera muy recta compuesta de nueve gradas abiertas en la piedra.
Iluminado con una lámpara,
distinguió al traidor que se disponía a descansar. Este desgraciado, aterrado a
la vista de un maestro, se sacrificó a sí mismo, enterrándose un puñal en el
corazón.
Johaben se apoderó del puñal del
traidor y salió victorioso de la caverna.
Cuando volvieron a la ciudad,
Salomón satisfecho de su conducta les
hizo presente que en prueba de reconocimiento llevarían en lo sucesivo el
nombre de Elegidos.
El desconocido, un simple pastor,
fue generosamente recompensado, entró también en la corporación y llegó a
ocupar una plaza entre los Elegidos.
EL TEMPLO DE SALOMÓN
Obsérvese la puerta cerrada. Ello
indica la necesidad de llamar antes de ser admitido.
La entrada al templo interior
descansa a medio camino entre los dos pilares, las dos caras opuestas de la
dualidad.
Los tres escalones que conducen
al Templo son emblemáticos de los tres grados principales de la vida humana:
juventud, virilidad y vejez.
“En la juventud como aprendices
es menester que ocupemos con industria nuestros ánimos en alcanzar los
conocimientos útiles; en la virilidad, como compañeros, debemos aplicar
nuestros conocimientos al desempeño de nuestros deberes respectivos a Dios, a
nuestros prójimos y a nosotros mismos; de modo que en la vejez como maestros
masones podamos gozar de las dichosas reflexiones que acompañan una vida bien
empleada, y que muriéramos en la esperanza de una gloriosa inmortalidad”.
Véase que también hay tres
escalones en la base de las columnas J. y B.
LA PALOMA
Es un ave simbólica del espíritu
vivificador y fecundante de la naturaleza y desempeñó un gran papel en la
Antigüedad.
El Espíritu Santo se manifestó
como una paloma al posarse sobre la cabeza de Jesús al ser bautizado por San
Juan Bautista. Es uno de los símbolos más usados por los cristianos como
expresión del candor, la dulzura, la inocencia, la felicidad, la fidelidad y la
pureza.
Figura en el simbolismo de
algunos grados de la Masonería. Según la instrucción de los Caballeros del Sol
(grado 28º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado) representa el espíritu
universal de la naturaleza que da vida y fecunda. Desempeña un papel muy
importante en la Masonería de Adopción. En el primer grado, como símbolo de
virginidad, mediadora entre Dios y los hombres; en el 2º y 3er. Grado, lleva el
ramo de olivo en el pico; en el 8º no solo brilla debajo del dosel una paloma
transparente, sino que siempre se ve en la Logia una de estas aves viva, y una
paloma de plata con una rama de olivo de oro en el pico.
LA ESFINGE
Es el emblema de los trabajos
masónicos, que deben permanecer secretos y ocultos.
Fue un monstruo, hijo de Tifón y
Quimera, que apareció en Tebas poco después que Edipo diera muerte a su padre.
Detenía a todos los viajeros que se dirigían a Beocia y les proponía enigmas,
devorando a todos los que no podían descifrarlos.
Aterrados, los tebanos ofrecieron
a quien la derrotara el trono y la mano de Yocasta. Edipo la venció y la
esfinge, derrotada, se arrojó al mar.
Los antiguos pueblos la
representaron de distintas maneras. El tipo primitivo de los egipcios era muy
parecido al hombre, y luego la transformaron en la figura de un león con cabeza
humana.
LAS GRANADAS
Las granadas entreabiertas
adornan el capitel de las dos columnas solsticiales de los templos de Aprendiz.
El libro de los Reyes, capítulo
VII, al referirse a la edificación de las columnas del pórtico del Templo de
Salomón, construido por Hiram, destaca en el versículo 18: "...y cuando
hubo hecho las columnas, hizo también dos órdenes de granadas, alrededor en el
enredado para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas
con granadas; y de la misma forma hizo el otro capitel..."
En el templo masónico la granada
descansa en lo alto de los pilares recordando los elevados ideales que persigue
la institución. Cada grano simboliza a todos los masones de la tierra, que
llevan en sí el néctar y la semilla dispuesta a germinar a favor del bien de la
creación. Su jugo rojo de sabor agridulce representa las alegrías y pesares de
la vida.
La delgada cáscara de la granada
resiste los golpes de la naturaleza y conserva dentro el sabor de un néctar
delicioso. Al igual que la Masonería resiste los ataques de quienes son
contrarios, conservando la sustancia que da vida. Se le representa abierta,
dejando a la vista de toda la estructura organizada, semejante a las logias
dispersas por la tierra y reunidas en la masonería universal.
En la representación que encontramos en el templo, las
granadas, además de abiertas, lucen adornadas por la flor de la azucena, que
corona la cúspide de los capiteles. Esta flor simboliza el candor y la pureza,
que significa que la meta del Masón es el idealismo, enmarcado en la pureza de
sus sentimientos y el cultivo y práctica de sus virtudes.
La
azucena se identifica con el lino o flor de lis, que la tradición heráldica ha
escogido como emblema de la paz y la concordia; tales postulados son
fundamentos masónicos en la convivencia social.
El ARCO IRIS
Al salir del arca Noé y sus
compañeros salvados del diluvio se prosternaron respetuosamente siete veces
ante el Eterno, y lanzando los ojos hacia la bóveda azulada, distinguieron el
Arco Iris, signo de reconciliación entre el cielo y la tierra.
“Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre
mí y la tierra. Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se
dejará ver entonces mi arco en las nubes. Y me acordaré del pacto mío, que hay
entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio
de aguas para destruir toda carne.” Génesis 9:13-15. Biblia Reina-Valera
La Masonería lo conmemora como
símbolo de la Alianza hecha por Dios con Noé. Figura en los símbolos de los
grados 3º y 4º del Rito de Adopción.
LAS PIRÁMIDES
Una de las siete maravillas del
mundo. El Rito de Misraim enseña que las pirámides fueron siempre el verdadero
hogar de la Francmasonería. En ellas recibieron la iniciación Pitágoras,
Homero, Salomón y muchos de los grandes filósofos y legisladores de la
Antigüedad.
En una de las ceremonias de la
iniciación, el Hierofante enseñaba al neófito una pirámide rematada por un sol
y lo invitaba a descifrar la inscripción jeroglífica grabada en ese sublime
emblema de perfección.
LAS TRES CRUCES INCLINADAS
El trabajo más completo sobre el
tema es el escrito por Juan Gimeno, titulado “Cruces no convencionales en cementerios argentinos”, publicado en
la obra colectiva “Patrimonio cultural
en cementerios y rituales de la muerte”, que será citada en la
bibliografía.
Gimeno destaca la presencia en el
cementerio existente en la isla Martín García de varias cruces (el 30% sobre un
total de 250 tumbas) cuyo segmento vertical es idéntico al de las cruces
convencionales, pero su segmento horizontal, en lugar de ser paralelo al piso,
está notablemente inclinado, formando en el cruce con el segmento vertical dos
ángulos agudos y dos obtusos.
El autor cita la obra de J.
Alfonsín “Historias de Martín García” (Bs. As., Ed. L.O.L.A., 2002) en la cual
y tras analizar dos tumbas fechadas en 1848 y 1891, concluye que sus cruces
inclinadas pertenecerían a miembros de una secta fourierista que funcionara
hacia 1840 en la isla de Sao Francisco, estado de Santa Catarina, Brasil. En la
óptica de Alfonsín, las dos cruces tendrían por propósito simbolizar la
oposición a la Iglesia Católica, mientras que las restantes habrían sido
construidas por efecto de contagio o de moda.
Esta hipótesis no es compartida
por Gimeno, atento la falta de elementos probatorios que la robustezcan.
Un trabajo de relevamiento en
distintos cementerios argentinos detectó 137 cruces inclinadas en bóvedas de la
Recoleta (un 3% del total), 16 en la Chacarita, y menor cantidad en los
cementerios Británico y Alemán, todos de la ciudad de Buenos Aires. También
existen estas cruces en las necrópolis de Avellaneda, Lomas de Zamora,
Berazategui y otros partidos de la provincia de Buenos Aires; y en los
cementerios de Bariloche y Villa Giardino (Córdoba).
Así llega el momento, dice
Gimeno, de formular una hipótesis corroborable que resuelva el problema.
Una primera mirada ingenua, lleva
a buscar el origen en modas o en corrientes arquitectónicas dominantes. Esto
parece fácilmente desechable, ya que esos movimientos estéticos son ampliamente
conocidos. Así, la superficie de las cruces imitando cortezas de árboles puede
relacionarse que el estilo Art Noveau, en auge hasta aproximadamente la Primera
Guerra Mundial, pero no así su inclinación.
La falta de referencias para un
fenómeno tan extendido en el tiempo hace pensar en un origen de tipo
ideológico, como sería el caso de un signo de identificación que debió
permanecer en secreto o discretamente.
Por otra parte, si se presta
atención a las fechas de construcción de las cruces, se podrá observar que
coinciden con una etapa que suele denominarse “proceso de secularización”,
durante el cual la Iglesia Católica fue separándose, no sin lucha ni
resistencia, paulatinamente del Estado, y que también cuenta con versiones en
otros lugares del mundo donde monarquías fueron sustituidas por democracias.
Si se acepta que la cruz
funeraria expresa un indudable carácter religioso, y que la cruz inclinada no
está reconocida, al menos hasta donde llega la investigación de Gimeno, por la
Iglesia Católica, se puede postular como hipótesis que la cruz inclinada fue un
símbolo, una especie de contra-cruz, por la cual se reconocían algunos o todos
los miembros de grupos que luchaban contra la Iglesia en el cruento e
irreversible proceso de secularización.
Esos grupos anticlericales,
algunos radicalizados abrevando en el socialismo y el anarquismo, otros
pertenecientes a la misma Iglesia Católica, la mayoría políticos e
intelectuales liberales y democráticos que gobernaron el país durante varias
décadas, fueron luego rotulados como “la generación del 80”. Con el tiempo
fueron mutando, dividiéndose e integrándose, resultando difícil seguir sus
huellas institucionales. Tal vez una de las pocas instituciones que aún
mantiene plena actividad, aunque acotada, sea la masonería, cuya Gran Logia
Nacional se constituyó en Buenos Aires ya en 1857 y tuvo su máxima expansión
precisamente hasta el primer tercio del siglo XX, época coincidente con el
apogeo de las cruces inclinadas. La oposición militante de la masonería contra
la Iglesia la hizo estar a la vanguardia de ese proceso. Su prédica influyó
sustancialmente y atravesó a todos los sectores que lucharon a favor del
laicismo; esto hizo que se afiliaran a ella una buena parte de los hombres de
gobierno e intelectuales de entonces.
Estos antecedentes, sumados a la
profusión y hermeticidad de los símbolos utilizados por la masonería para
representar sus doctrinas, permite tener a esta institución como un aliado
importante a la hora de resolver el problema, ya que puede suponerse que la
cruz inclinada habrá de encontrarse en los textos masónicos, o al menos que
muchos de sus miembros la hayan elegido a la hora de diseñar sus sepulturas. A
pesar de que toda la bibliografía consultada sobre masonería, intrincada y
nunca agotada, no menciona a las cruces inclinadas, el autor que estamos
citando señala que se han podido documentar interesantes correspondencias, para
cuya compulsa remitimos al lector a la obra en análisis.
Podemos agregar que en el
Cementerio Central de Azul existen varias sepulturas con cruces de este tipo.
EL SOL
Las leyendas en que se basan los
misterios y los cultos de los pueblos antiguos están fundadas todas, como la de
Hiram entre los masones, en la marcha aparente del sol declinando hacia el
ocaso, para expresar en lenguaje figurado que es vencido por las tinieblas;
pero reapareciendo de nuevo, se presenta como vencedor y resucitado.
Esta alegoría es imagen de las
vicisitudes de la vida y del combate eterno entre el bien y el mal.
Uno de los emblemas más
significativos del Sol en el simbolismo masónico es la escuadra y el compás
cruzados, que constituyen la joya distintiva del tercer grado.
LA LUNA
El simbolismo de la luna se manifiesta
en correlación con el del sol. Sus dos caracteres más fundamentales derivan,
por una parte, de que la luna está privada de luz propia y no es más que un
reflejo del sol; por otra parte, de que atraviesa fases diferentes y cambia de
forma. Por esto simboliza la dependencia y el principio femenino, así como la
periodicidad y la renovación. En este doble aspecto es símbolo de
transformación y crecimiento.
La luna simboliza también el
tiempo que pasa, el tiempo vivo del que es la medida por sus fases sucesivas y
regulares; y refiere por ende a los ritmos biológicos.
LAS COLUMNAS
Son adornos de los talleres
masónicos, que varían en forma y significado según los grados y los ritos.
En todas las logias simbólicas
existen dos en la puerta de entrada llamadas Boaz y Joachim, para designar el
sitio respectivo de los Aprendices y Compañeros.
El Venerable y los Vigilantes se
consideran columnas de la Francmasonería.
Llámase columna, además, al
trazado de las tenidas de un capítulo. Y
columnas se denominan en Logia cada uno de los bancos en que se sientan los
obreros al Norte y al Sur del Taller.
EL OJO
Es uno de los símbolos más
empleados en los monumentos egipcios, y se lo denominaba outa.
La suerte del hombre estaba
asimilada a la de los astros; el retorno del Sol a su outa (es decir al punto
inicial de sus diversos períodos) era prenda perpetua de la resurrección del
alma después que ésta hubiese recorrido las regiones infernales.
En la Masonería, el ojo se
encuentra representado ya en el centro del delta o triángulo luminoso, ya en el
de una gloria radiante, y según el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, simboliza
al Gran Arquitecto del Universo contemplando la Creación.
TRIÁNGULO O DELTA
El triángulo equilátero es una
figura perfecta, por tener sus ángulos y sus lados iguales. Es la figura más
importante de la Masonería.
El Delta o triángulo sagrado
simboliza la Divinidad y la Naturaleza. Representa los tres reinos cuyo estudio
es obligación de todo iniciado.
Desde él irradian en sus tres
lados otros tantos grupos de rayos que se terminan en una corona de nubes. Los
rayos simbolizan la fuerza expansiva del Ser que, desde un punto central
infinitesimal, se extiende y llena el espacio infinito.
Las nubes indican la fuerza
centrípeta, que se produce como reflujo natural de la primera, con movimiento
de contracción que engendra la condensación de las fuerzas irradiadas.
LA ESTRELLA FLAMÍGERA
Brillante estrella de cinco puntas,
de la que irradian multitud de rayos, en cuyo centro campea la letra G.
Es símbolo del fuego invisible
que crea y sostiene nuestra vida en el globo terrestre. Fuerza propulsora,
atractiva y reguladora de la rotación y movimiento de los astros.
La letra G significa Geometría,
Generación, Dios. A la Geometría está sujeto el movimiento de los astros, marca
las dimensiones de los cuerpos y es la forma de todos los seres. La palabra
Dios o Generación tiene por inicial la G en todos los idiomas del norte, en donde
el simbolismo moderno ha tenido la cuna.
La estrella de cinco puntas es el
Pentalpha de Pitágoras y allí los Masones encuentran los cinco puntos de la
perfección: Fuerza, Belleza, Sabiduría, Virtud y Caridad.
Es uno de los emblemas más
interesantes de la Masonería, y entra en la composición de muchos grados,
especialmente del segundo, al que sirve de distintivo característico.
LA CADENA
Las tres figuras humanas (de
distintas razas) que se hallan situadas en lo alto del Templo están unidas por
una cadena y tienen sus manos entrelazadas.
Alrededor de todas las Logias
figura, pintada o esculpida, una cadena que simboliza la unión de todos los
masones del mundo.
Cadena de unión es el momento en
que todos los hermanos que se hallan en logia se toman de las manos,
representando la fuerza y solidaridad que debe unir a todos los miembros de la
Orden.
LA AMPOLLETA O RELOJ DE ARENA
Es símbolo de la vida humana. No
podemos sino contemplar con admiración las pequeñas partículas que contiene
esta máquina pasando imperceptiblemente. Así sucede al hombre: hoy brotan las
tiernas hojas de la esperanza; mañana echa la flor y se deleita con la cantidad
de sus flores; al otro día cae la helada que destruye los vástagos, y cuando
piensa que su grandeza aún crece, cae como las hojas de otoño para enriquecer a
nuestra madre la tierra.
La forma del reloj de arena, con
su doble compartimento, muestra la analogía entre lo alto y lo bajo, así como
la necesidad, para que el flujo se produzca hacia arriba, de invertir la
ampolleta. La atracción se ejerce por supuesto hacia abajo, a menos que se
invierta nuestra manera de ver y de actuar.
Conviene señalar la exigüidad de
la relación entre lo alto y lo bajo, estrecho gollete por donde la relación
puede establecerse en un movimiento continuo.
Lo vacío y lo lleno deben
sucederse; hay pues paso de lo superior a lo inferior, es decir, de lo celeste
a lo terreno, y luego por inversión de lo terreno a lo celeste. Tal es la
imagen de la opción, mística y alquímica.
En Asia, y también en los países
árabes, al tambor se le da a veces la forma de la ampolleta. Se aproxima así a
la calabaza, al horno de fundición de los alquimistas chinos y al monte K'ouenIuen,
centro del mundo. Ocurre que los dos depósitos de la ampolleta corresponden al
cielo y a la tierra, y el hilillo de arena, invertido cuando se le da la vuelta
al aparato, representa los intercambios entre uno y otra, la manifestación de
las posibilidades celestes y la reintegración de la manifestación en la fuente
divina.
El estrangulamiento medio es la
puerta estrecha por la que se efectúan los intercambios, el polo de la
manifestación.
LA ESPADA
La espada es en primer lugar el símbolo del estado militar y
de su virtud, la bravura, así como de su función, el poderío. El poderío posee
un doble aspecto: destructor, pero la destrucción puede aplicarse a la
injusticia, a la maleficencia, a la ignorancia y, por este hecho, convertirse
en positivo; constructor: establece y mantiene la paz y la justicia.
En la
tradición bíblica, la espada forma parte de las tres plagas:
guerra-hambre-peste. Esta trilogía se halla particularmente en Jer 21,7; 24,10
y en Ez 5,12-17; 6,11-12; 12,16, etc.); aquí la espada simboliza la invasión de
los ejércitos enemigos.
Cuando Yahvéh
expulsa a Adán y Eva del Paraíso o del jardín del Edén, dispone dos querubines
provistos de espadas Ilameantes como un remolino de fuego, a fin de que guarden
el camino que conduce al árbol de la vida (Gén 3,24).
Es uno de los
símbolos más usados en las ceremonias masónicas. En las tenidas de mesa es el
nombre que se da al cuchillo.
Es el emblema
del 2.° punto del Rito de la Estrella de Oriente para las Damas.
Espada (Caballero de la), llamado
también "Caballero de Oriente.": Título del grado 6º del régimen
moderno francés, y del de los Filaletes; I Iº de la Masonería Adonhiramita; 11º
de los Elegidos de la Verdad; 15º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado; 15º del
de Heredom o de Perfección en 25 grados; 17º del Rito Escocés Primitivo y 41º
del Rito de Mísraim.
Espada flamígera: Espada cuya hoja es
ondeada en forma de lengua de fuego, y sobre la que prestan juramento los
recipiendarios. En la Sagrada Escritura se dice que el ángel que arrojó a Adán
y Eva del paraíso, guardó las puertas con una espada flamígera o de fuego.
La
interpretación moral de este símbolo debe ser, que en la lucha constante entre
los dos principios, el bien y el mal, hay para este último un castigo reservado,
cual es el fuego destructor de la conciencia.
Es pues, para
los masones, el símbolo del honor, de la conciencia y de la protección.
Generalmente, en el lenguaje masónico las espadas suelen llamarse aceros.
SAN JUAN BAUTISTA y SAN JUAN EVANGELISTA
En las Sagradas Escrituras
figuran tres personajes con igual nombre: el Bautista, el Evangelista y el más
conocido por el sobrenombre de Marcos.
Bajo su advocación los masones
celebran dos grandes fiestas anuales, llamadas fiestas solsticiales. La del
solsticio de verano, dedicada a San Juan Bautista, tiene lugar el 24 de junio,
y la del solsticio de invierno, dedicada a San Juan Evangelista, el 27 de
diciembre.
Los solsticios muestran el paso
de las dos grandes fases en que la Naturaleza ofrece los cambios y contrastes
más notables.
En los templos masónicos los
solsticios se hallan representados por las dos columnas que figuran al
Occidente, a ambos lados de la puerta de
entrada.
Para celebrar estas fiestas, las
Grandes Logias se reúnen en asamblea general y las Logias en sesión magna.
FUEGO O LLAMA
Es un elemento que tanto en
estado natural como en forma de símbolo, interviene en las ceremonias masónicas
para representar la purificación (en las iniciaciones) o para simbolizar el
fervor y celo de los masones.
Como el sol por sus rayos, el
fuego por sus llamas simboliza la acción fecundante, purificadora e
iluminadora. Pero presenta también un aspecto negativo: obscurece y sofoca por
su humo; quema, devora destruye: el fuego de las pasiones, del castigo, de la
guerra. Según la interpretación analítica de Paul Diel, el fuego terreno
simboliza el intelecto, es decir la conciencia, con toda su ambivalencia. «La
llama que sube hacia el cielo representa el impulso hacia la espiritualización.
El intelecto en su forma evolutiva es servidor del espíritu. Pero la llama es
también vacilante, lo cual explica que el fuego se preste igualmente a
representar el intelecto en cuanto olvida al espíritu.» Recordemos que el
espíritu se entiende aquí en el sentido de supraconsciente. «El fuego humeante
y devorador, todo lo contrario de la llama iluminante, simboliza la imaginación
exaltada... lo subconsciente... la cavidad subterránea... el fuego infernal...
el intelecto en su forma rebelde: en pocas palabras, todas las formas de
regresión psíquica.»
El fuego es también, en esta
perspectiva, en cuanto quema y consume, un símbolo de purificación y de
regeneración. Hallamos aquí el aspecto positivo de la destrucción: nueva
inversión del símbolo. Purificadora y regeneradora, el agua también lo es. Pero
el fuego se distingue de ella en que simboliza «la purificación por la
comprensión, hasta su forma más espiritual, por la luz y la verdad; el agua
simboliza la purificación del deseo hasta su forma más sublime, la bondad»
EL CÁLIZ
Esta palabra significa
propiamente una copa o vaso que usaban los judíos en sus convites y fiestas
religiosas. Usase con frecuencia en la Escritura para significar las
aflicciones que Dios envía a los pecadores, como en Isaías, LI, 17, y otros lugares. Jesucristo usó esta palabra, que
muchos traducen por vaso o copa, en la oración que dirigió a su Padre en el huerto,
significando también las aflicciones que voluntariamente había aceptado como
nuestro sustituto ante la justicia de Dios (Mateo, xvr, 39, 42, etcétera).
Cáliz de Amargura
es el que se da a beber a los profanos en la iniciación como símbolo de los
sinsabores de la vida.
LA ACACIA
La acacia es la planta símbolo
por excelencia de la Masonería. Representa la seguridad, la claridad, y también
la inocencia o pureza; es símbolo de la verdadera Iniciación para una nueva
vida, la resurrección para una vida futura. Su verdor perenne y la dureza
incorruptible de su madera expresan la idea de la vida inextinguible que
permanentemente renace victoriosa de la muerte.
La acacia simboliza el
conocimiento de los secretos de los "verdaderos maestros masones", de
ahí que se la identifique con la posesión efectiva de la maestría, como se dice
en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Quiere la tradición que una rama
de acacia se haya plantado sobre la tumba de Hiram y que, en recuerdo, una rama
de acacia se coloque, según el ritual masónico, sobre el paño del
recipiendario. Esta presencia de la acacia recuerda las virtudes del fundador y
los deberes que simboliza este árbol: inocencia, incorruptibilidad, calor y luz
solares. La presencia de la acacia se considera además inmortalizadora del que
está provisto de todos estos méritos.
LA SERPIENTE. EVA Y LA MANZANA
La serpiente fue inicialmente un
símbolo de fecundidad, atributo de las diosas, curadora de enfermedades. En la
simbología cristiana se la acusa de invitar a Eva con la manzana. Para los
masones simboliza la sabiduría, la sapiencia.
La manzana figura entre los
dientes de la serpiente que se halla enroscada al árbol de la ciencia del bien
y el mal.
Según el análisis de Paul Diel la
manzana, por su forma esférica, significaría globalmente los deseos terrenales
o la complacencia en tales deseos. La prohibición pronunciada por Yahvéh
pondría en guardia al hombre contra el predominio de esos deseos, que lo
arrastrarían hacia una vida materialista por una especie de regresión, en
sentido opuesto a la vida espiritualizada, que es el sentido de la evolución
progresiva. Esta advertencia divina da a conocer al hombre esas dos direcciones
y a escoger entre la vía de los deseos terrenos y la de la espiritualidad. La
manzana sería el símbolo de semejante conocimiento y de la aparición de la
necesidad de escoger.
EL ELEFANTE
Se lo asocia simbólicamente con
la omnisciencia o, al menos, la adquisición de grandes conocimientos.
La oreja es también símbolo de la
transmisión iniciática dado que se hace esta de boca a oído. Sus grandes orejas
representan pues la avidez del discípulo por escuchar en silencio las palabras
del Maestro.
El elefante es la montura de los
reyes, y en primer lugar de Indra, el rey celeste. Simboliza pues la fuerza
real.
El elefante es también símbolo,
no de pesadez, sino de estabilidad, de inmutabilidad.
Por sus cualidades es también
atributo del poder real, si contemplarnos su propia masa; del rey que huye de
la locura y de la imprudencia, si contemplarnos su propia desconfianza y su
vigilancia; de la piedad, si darnos crédito a Plinio y a Eliano: «Cuando brilla
la luna nueva, los elefantes, según lo que oigo decir, provistos de alguna
inteligencia natural y misteriosa, llevan ramas recién arrancadas de los
bosques donde pastan, las elevan y, volviendo sus ojos al cielo, las agitan
suavemente corno si dirigieran una plegaría a la diosa, a fin de volvérsela
propicia y benévola»; de la castidad, si es cierto que, según Aristóteles,
cuando la hembra está gestando (dos años), él no se le acerca y no se aparea
con ninguna otra hembra; sería incluso el vengador del adulterio.
LA ESCUADRA Y EL COMPÁS
La escuadra es uno de los más usuales símbolos de la Orden y el que
junto con el compás, representa el signo más conocido de la Masonería. Constituye
la joya del cargo de Venerable, porque este debe ser el masón más recto y justo
de la Logia.
Símbolo de la rectitud a que el
hombre debe sujetar todas sus acciones y de la virtud que debe rectificar nuestros
corazones. La escuadra y la plomada previenen al masón que sea justo y
equitativo. Al lado del compás que representa el cielo, adonde el iniciado debe
dirigir constantemente sus miradas, la escuadra representa la tierra, á donde
le encadenan sus pasiones; por lo que se dice, que el verdadero masón se
encuentra siempre entre la escuadra y el compás, para expresar que está
desprendido de las afecciones materiales, de las cosas terrenas y que solo
anhela unirse a su celeste origen. En los tres grados simbólicos, es el símbolo
de la rectitud masónica: el Aprendiz la usa como signo y en su marcha, marca la
escuadra a cada paso. En el 2. ° grado, el signo al igual que la marcha, son
también en escuadra. En el de Maestro, juega un importante papel en la leyenda
de Hiram; con ella dio el segundo compañero uno de los golpes mortales a aquel
venerable y gran Maestro. Según se ve en la interpretación astronómica de la mesa,
en las tenidas de banquete, la escuadra está formada cuatro veces en el punto
en donde se cortan los diámetros del círculo zodiacal, que lo dividen en cuatro
estaciones. La escuadra es una de las seis joyas o alhajas de la Logia, y la primera
de las tres llamadas movibles.
El compás, con las puntas hacia arriba, representa el cielo, adonde el
iniciado debe dirigir constantemente sus miradas; la cabeza figura el disco
solar, y las puntas o piernas, los rayos que irradian de él, como centro
verdadero del inmenso círculo cuyos puntos iluminan por igual.
LA REGLA
En todos los templos simbólicos,
figura entre los útiles alegóricos de la Masonería como emblema de la
perfección. En las recepciones del grado de Maestro, sobre el bufete del
segundo Vigilante, se ve una regla de 24 pulgadas ó con 24 divisiones. Con ella
se hiere simbólicamente al recipiendario en el momento prescrito por el ritual,
en representación del primer compañero de la leyenda que hirió con ella débilmente
al Maestro Hiram. Según la interpretación astronómica de este grado, esta regla
es una imagen de las veinticuatro horas que dura cada revolución diurna,
primera distribución del tiempo, que después de la exaltación del gran astro,
ataca débilmente su existencia dándole el primer golpe.
En el lenguaje figurado por regla
se entiende los principios, las máximas, las leyes, todo lo que sirve, en una palabra,
para dirigir y guiar la inteligencia y el corazón: así decimos, las reglan del
deber, de la moral, de la urbanidad, etc. También se dice de las leyes humanas,
los usos, las costumbres, como las reglas de la justicia; obrar en regla,
proveer según las reglas.
En las ciencias y en las artes,
esta voz designa los procedimientos que se emplean para su enseñanza, los
principios y preceptos que facilitan la adquisición de su conocimiento, y que
hacen más segura su práctica.
EL MALLETE
Nombre que se da al martillo que
es símbolo de autoridad y corresponde al Venerable y a los dos Vigilantes, para
que por medio de sus golpes dirijan los trabajos de los hermanos. Se dice
primer mallete al cargo del Venerable, segundo mallete al del 1er. Vigilante y
tercer mallete al del 2.° Vigilante.
EL CINCEL
Instrumento del grado de
compañero, para facilitar el debastamiento de las piedras.
LA CUCHARA DE ALBAÑIL
Según el Diccionario
Enciclopédico de la Masonería de Lorenzo Frau Abrines, el silencio "es una
obligación que debemos observar dentro y fuera de Logia", pero no solo
porque así lo disponen los antiguos usos y costumbres. Los escritores masónicos
que han abordado el tema, recomiendan el Silencio como necesario al orden y la
seriedad del trabajo esotérico, lo que distingue marcadamente las reuniones
masónicas de las profanas.
"El Silencio practicado con
una actitud iniciática se eleva al rango de Virtud, pues gracias a él es
posible aprender a ser prudente, diligente, moderado y discreto, observar
constructivamente las faltas y aprovechar los aciertos de los demás para bien
propio y colectivo.
Dentro la Masonería Simbólica, el
silencio está representado por la Cuchara
(trulla, llana) con la cual prudentemente debe extendérselo a manera de una
capa homogénea y consistente sobre los defectos de nuestros semejantes, tal
como lo hace un masón operativo en sus construcciones, tratando al mismo tiempo
de sacar provecho general de lo realmente importante y constructivo de sus
aciertos.
LA PLOMADA
Simboliza en Masonería la rectitud
que debe resplandecer en todos los actos y juicios de un buen masón y es
también emblema de la justicia y equidad que han de tener indispensablemente
todos los fallos emanados de los tribunales masónicos.
Para recordar estos deberes es por
lo que los signos todos de los grados simbólicos se hacen siempre por la
escuadra y la plomada, que es el distintivo del 2.° Vigilante y como tal, una
de las alhajas o joyas de la Orden y que son siempre de propiedad del Taller
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