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miércoles, 18 de marzo de 2015

MASONES AZULEÑOS EN EL CONGRESO DE LIBRE PENSAMIENTO

En septiembre del año 1904 tuvo lugar en la ciudad de Roma el Primer Congreso Internacional de Libre Pensamiento, frente al Vaticano.
Dos años más tarde y en el mismo mes, se realizó en Buenos Aires el Primer Congreso argentino, bajo la presidencia de Agustín Enrique Álvarez (1857-1914). Según Lappas, este notable masón, quien quedara huérfano luego del terremoto de San Juan de 1861, cursó el Colegio Militar de la Nación e hizo la Campaña del Desierto. Al doctorarse en Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la UBA, abandonó la carrera militar para dedicarse a la cátedra. Fue además Juez en lo Civil y Comercial, periodista, escritor y parlamentario, Vicerrector de la Universidad Nacional de La Plata, y Presidente de la Sociedad Científica Argentina. En 1905 fue elegido Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina, y elevado al grado 33 del escocismo, se lo incorporó al Supremo Consejo.Una escuela de la Capital lleva hoy su nombre. 
El dato más destacable del Congreso de Libre Pensamiento de Buenos Aires, por sus resonancias futuras, fue la presencia de una jovencísima Alicia Moreau. 


Contaba con solo 21 años, cuando en el ámbito del Congreso la republicana española Belén de Sárraga le sugirió que las argentinas deberían organizar un movimiento en favor de los derechos políticos de la mujer. Entonces, Moreau propuso la idea en una de las reuniones del Congreso y junto a otras mujeres, como Sara Justo, la Dra. Rawson Dellepiane y la Dra. Lantieri, entre otras, fundaron el Centro Feminista de Argentina y el Comité Pro-Sufragio Femenino. A partir del congreso, el Partido Socialista, que contaba con un activo Centro Femenino, comenzó a invitar a Alicia Moreau a dar conferencias a los simpatizantes en los diversos centros socialistas a través de la Sociedad “Luz”.

Belén de Sárraga nació en España el 10 de julio de 1873, y estudio medicina en Barcelona. Fue lectora de  Bakunin y otros ideólogos ácratas.
Tras sufrir sufre varios atentados contra su vida por grupos ultra-clericales, en 1900 se radicó en Montevideo, Uruguay. 




Por ese entonces el famoso conferencista Enrique Ferri sostenía que la mujer era inferior al hombre, física e intelectualmente: Belén le recordó que el movimiento obrero también fue considerado, en el pasado, como una clase inferior y que se necesitaron generaciones para ir superando esa situación. 
Afirmaba Belén que en el concilio de Nicea se decidió si las mujeres tenían alma o no y sólo por dos votos se resolvió que el sexo débil tenía alma. Hubiera bastado que cualquiera de los dos votantes estuviera impedido de sufragar, para decretar que la mujer no la tenía.
Belén de Sárraga falleció a los 77 años, en 1951.

Pues bien, los masones y librepensadores azuleños no estuvieron ausentes del Congreso de Buenos Aires. Su intensa actividad previa y posterior al mismo ha quedado reflejada en los diarios azuleños de la época.
Así, el periódico “El Comercial” daba cuenta de cómo había quedado conformada la delegación local que concurriría al Congreso en Buenos Aires. Los nombres, a esta altura, no deben extrañarnos: a) Comité Ejecutivo: Presidente: Dr. Ricardo Berdier; Vice 1º; Aquiles Pouyssegur; Vice 2º: Enrique Squirru; Secretario General: Juan D. Perina; Secretarios: H.A. Molina y Luis Pouyssegur; Tesorero: Ramón Sánchez; Vocales (entre otros): Dr. Emiliano Astorga; Paulino Rodríguez Ocón; Joaquín Cervera; Guillermo Darnet; Hipólito Dhers; Reynaldo Marín; Manuel Aztiria; Félix Piazza, Gumersindo Cristobó y Marino Marchisio. b) Delegados al Congreso: Dr. Ricardo Berdier; Dr. Joaquín Cervera y Sr. Gumersindo Cristobó.

Terminadas las deliberaciones en la Capital, Azul tuvo su momento de gloria: se hicieron presentes a los pocos días en el Teatro Español nada menos que Belén Sárraga, Alicia Moreau, el periodista italiano Juan Miccheli y el Ingeniero A. Verri.
Los palcos del Coliseo local estaban ocupados totalmente por familias, entre las que se hallaban varias profesoras de los colegios locales; mientras que las plateas, tertulias y paraísos rebosaban de gente que esperaba con interés el comienzo de la conferencia.
Según “El Comercial” fue Alicia Moreau la primera en dirigirse al público. “Con voz pausada, con una naturalidad que hacía más sugestiva la palabra, fue desarrollando elocuentemente las ideas librepensadoras”. Señaló que “si alguna inferioridad tiene la mujer sobre el hombre es la educación: enseñanza que debemos conseguir para ponernos al nivel de ellos. Hizo un llamado a las madres y a las maestras para que eduquen a sus hijos y a sus discípulos fuera de los sofismas religiosos que atrofian su tierna inteligencia”
El Sr. Verri dijo que “El gobierno recibe con los brazos abiertos a los frailes, verdadera gangrena que corroe las energías del pueblo, y en cambio expulsa con la ley de Residencia a ciudadanos que producen y han formado un hogar”.
La Sra. Belén Sárraga, siempre según la crónica periodística, expresó: “El mayor enemigo que ha tenido la mujer en todas las edades ha sido la iglesia. San Agustín, el papa que hoy se venera en los altares, llegó, en su odio y desprecio a nosotras, hasta decir que era venenoso el beso de la mujer, y yo creo que San Agustín no tuvo madre, y si la tuvo, fue mujer”.
Calificó al matrimonio religioso como “tradición bochornosa y humillante para la mujer” y terminó su discurso diciendo que la República Argentina no podrá ser grande y libre mientras el poder del Estado esté subyugado al poder de la Iglesia”.