LA ACACIA
Es una planta consagrada como símbolo en las ceremonias y
espíritu de la Francmasonería..
La Acacia, dice el erudito Alberto G. Mackey, era en
la Antigüedad estimada como árbol sagrado. Era la Acacia vera de
Tournefort y la Mimosa nilótica de Linneo.
Crecía abundantemente en las cercanías de Jerusalem, en
donde se encuentra todavía, y es hoy muy conocida, al menos por su uso
moderno para obtener la goma arábiga.
La Acacia, que en la Sagrada
Escritura es siempre llamada Shittah y en plural Shittuin, era
tenida por madera sagrada entre los hebreos. De ella ordenó Moisés que se
hicieran el Tabernáculo, el Arca de la Alianza, la mesa de los panes de proposición y el resto de los adornos
sagrados.
Con tales antecedentes no es de extrañar que los
primeros francmasones, al tomar pie de la historia de Israel, adoptaran la planta
sagrada, la Acacia, para símbolo de una importante verdad moral y
religiosa.
En el sistema místico de la Francmasonería simboliza la inmortalidad
del alma, en segundo lugar la inocencia y por último es símbolo de iniciación.
Ragón dice que los antiguos sustituyeron la Acacia a todas las otras plantas en las costumbres fúnebres, porque creían que era
incorruptible y no estaba expuesta a los ataques de ningún género de
insectos ni otros animales, simbolizando así la naturaleza incorruptible del
alma.
Así, pues, según el doctor Oliver, cuando el francmasón exclama «mi nombre
es acacia», equivale a decir: «He estado en la tumba, he triunfado de ella
levantándome de entre los muertos y, estando regenerado, tengo derecho a la
vida perdurable».
Por esto la Acacia en su símbolo más común de la inmortalidad e incorruptibilidad, recuerda al hombre, por medio de su naturaleza siempre
viva e invariable, la parte espiritual que existe en nosotros mismos, y que por
ser emanación del Ser Supremo jamás puede morir.
En resumen: la Acacia, en
su símbolo de inmortalidad, tiende a inculcar la gran lección de la
Francmasonería de que «la vida se levanta de la tumba».
La Acacia simboliza también la inocencia, y entonces
su simbolismo es de un carácter peculiar y poco común que no depende de la
relación entre el símbolo y la cosa simbolizada, sino del doble significado de
la palabra. La voz Akakia, en lengua griega, significa igualmente la
planta de que se trata y la cualidad moral de la inocencia o la pureza de
la vida.
En este sentido la Acacia se refiere principalmente a los actos
de aquel sobre cuya tumba se coloca, y entonces sirve de modelo y ejemplo a los
hombres, enseñándoles a imitar la inocencia y pureza del difunto.
El tercer carácter místico de la Acacia consiste en
representar la iniciación. Según Mackey, ésta es Ja más importante de sus
interpretaciones, debiendo creerse que fue la original, y
las demás meramente incidentales. Ella conduce de una vez a la noción del hecho
significativo, de que en todas las iniciaciones antiguas y en los misterios
religiosos, había alguna planta peculiar a cada una que estaba consagrada por su mismo significado esotérico y que
ocupaba un puesto importante en la celebración de los ritos, de modo que la
planta, cualquiera que fuese, por su uso constante y predilecto en las
ceremonias, llegaba a ser adoptada como símbolo único do la misma iniciación.
La primera vez que los iniciados hallan la Acacia en las ceremonias de la
Orden, es en los misterios del tercer grado, en el cual un ramo de acacia indica
el lugar en que los tres malos compañeros habían ocultado el cuerpo del Maestro
asesinado por ellos en las puertas del Templo de Salomón.
En lenguaje francmasónico se expresa la idea de que se conocen ciertos
misterios o se tiene cierta jurisdicción en cada rito, con la frase de la
acacia es conocida o de que se conoce la acacia. Siempre que se dice
la acacia me es conocida, quiere expresarse que se tiene el último grado
del simbolismo.
Acacia es la palabra de
pase del quinto grado de los ritos Escocés y de Memfis.
(Frau-Abrines: “Diccionario
Enciclopédico de la Masonería”)
AZUL
En 1888, pleno apogeo de la
masonería azuleña, se encuentra documentada la presencia de estos árboles en
nuestra plaza principal, entonces denominada Colón. Una nota fechada el 2 de
julio de dicho año, presentada a la Municipalidad por el cuidador de la plaza
Benito Garbarini ( integrante de la Logia Estrella del Sud) solicita su retiro,
junto con los eucaliptus, debido a que sus raíces estropean las demás plantas.
(Archivo Municipal Año 1888 Nº 160, Tomo 21 según índice confeccionado por la
investigadora Norma Iglesias).
No he podido determinar cuál de
las 1400 especies conocidas de acacias era la que adornaba nuestra plaza mayor.
LAS FLORES
La segunda Logia de Las Flores,
fundada en 1887 por Antonio Méndez Caldeira y algunos masones provenientes de
su antecesora “Estrella Polar”, tomó
como nombre distintivo el de “Acacia” (Conf. Lappas, A.: “La masonería en la
ocupación del desierto”)