En 2022 se cumplen 150 años de la publicación de “El gaucho Martín Fierro”, primera parte del monumental poema escrito por José Hernández ¨Pueyrredón.
Como enseñan Élida Lois y Ángel Núñez en su erudita edición crítica (Madrid, ALLCA XX, 2001), Hernández entregó los originales del poema a la Imprenta La Pampa en octubre de 1872 y ya al mes siguiente el periódico La República anunciaba la aparición de la obra y su contenido. Para ese momento el poema se encontraba en la última etapa de su impresión.
No se conoce la cantidad de ejemplares impresos, pero sí que el rápido agotamiento de esa primera tirada dio lugar a un sinnúmero de ediciones clandestinas que el autor persiguió judicialmente.
A manera de homenaje por este significativo aniversario, reseñaré a continuación la actuación masónica de José Hernández, basándome en dos obras: “La Masonería Argentina a través de sus hombres” de Alcibíades Lappas (Buenos Aires, Talleres Gráficos Belgrano, 1966) y “José Hernández. Una vida consagrada al servicio de su patria y de sus conciudadanos” de Rafael González del Solar (Avellaneda, Artes Gráficas Chirino, 1955).
El pequeño libro de González del Solar (nieto de Hernández por rama materna) es el texto de una conferencia pronunciada en noviembre de 1953 en la Sociedad “Aurora de Dominico” con motivo del 119 aniversario del nacimiento del poeta.
No existe coincidencia entre los dos autores mencionados, en cuanto a la iniciación de Hernández en la Masonería. González del Solar afirma que vio la Luz en la Augusta y Respetable Logia “San Juan de la Fe” de la ciudad de Paraná (luego desaparecida) influenciado por el ejemplo de su cuñado y amigo el Dr. Melitón González del Solar, quien había ingresado a la Logia “Confraternidad Argentina” de Buenos Aires en agosto de 1857.
Por su parte Lappas afirma que fue iniciado en la Logia “Asilo del Litoral” N°18, el 28 de agosto de 1861, siendo electo Secretario al año siguiente.
Ya radicado en la ciudad de Corrientes por razones políticas, llega la ciudad en 1867 el Coronel Santiago Albarracín (Grado 33) con la misión de reorganizar la Masonería local. La primera reunión a ese efecto se lleva a cabo en casa del poeta, y a resultas de ese encuentro, levanta nuevamente columnas la Logia “Constante Unión” que había estado inactiva desde 1848.
Hernández es designado Orador-Fiscal, ostentando el Grado 18.
El 22 de julio de 1867 es iniciado también el Dr. Nicanor González del Solar (otro cuñado de Hernández) quien años después se desempeñaría como Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
José Hernández fue elegido Venerable Maestro de la Logia correntina el 25 de abril de 1868, con el Grado 25.
Es destacar que su hermano Rafael también se había iniciado en “San Juan de la Fe” de Paraná.
Cesa temporalmente la actuación masónica de Hernández en ese año de 1868 pues debe abandonar Corrientes para escapar de una partida de sediciosos que lo buscaba para detenerlo. Llega a Montevideo y posteriormente pasa a Buenos Aires.
En 1879 (año de la publicación de La vuelta de Martín Fierro) el autor trabaja activamente en la Logia “Caridad” junto a su hermano Rafael (Gr. 18) y su cuñado Melitón González del Solar. (Gr. 33).
En 1880, con el Gr. 25, ocupa el cargo de Primer Gran Vigilante en la Gran Logia de la Masonería Argentina, mientras que en 1882 se desempeña como Orador-Fiscal.
Dice González del Solar (op.cit.) que, para ese entonces, la vida del poeta se desarrollaba más tranquilamente, pero siempre dedicando gran parte de ella a la Institución Masónica. Cuando falleció en 1886, ostentaba el Grado 32. Su joya masónica permaneció en poder de la familia González del Solar (al menos hasta la publicación del libro que estamos reseñando) y seguidamente la reproduzco.
Pocos meses antes de fallecer Hernández había sido designado Miembro Libre de la Orden, por haber cumplido un cuarto de siglo de militancia masónica. (Lappas, op.cit,).
Podría continuarse este breve artículo señalando varios pasajes del “Martín Fierro” que reflejan el pensamiento masónico del autor, mas esa será tarea para otra publicación.
El homenaje queda hecho.
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