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miércoles, 7 de octubre de 2015

PRESENCIA DE LA MUJER EN LA MASONERÍA

El art. III “de las Logias” correspondiente al Libro de las Constituciones (1723) establece que:
“Las personas admitidas como miembros de una logia deben ser hombres de bien y leales, nacidos libres, y de edad madura y circunspecta, ni siervos, ni mujeres, ni hombres sin moralidad o de conducta escandalosa, sino de buena reputación”

Sin embargo tan tajante prohibición, que no tiene en cuenta la profunda variación en la situación legal y social de las mujeres en el mundo, se ha visto morigerada de diversas maneras.
Una de ellas ha sido la creación, a fines del siglo XVIII, de la Masonería de Adopción, en la cual las mujeres eran iniciadas según un ritual especial, de cuatro o cinco grados, teñido de invocaciones religiosas, y actuando bajo la dependencia de las Logias masculinas. Sin embargo, la masonería de adopción no es realmente masonería, ya que la mujer no adquiere con ella ninguno de los derechos que concede la Iniciación. (Mazur 2003) 

En nuestro país la autora citada destaca la creación en Buenos Aires del Triángulo de Señoras llamado “8 de marzo del 95” presidido por Cecilia V. de Villar en el seno de la Augusta Logia Hijos de Hiram. Dicho Triángulo se transforma en Logia Regular y perfecta el 2 de octubre de 1896.
Otro antecedente mencionado por la Prof. Mazur es el de la Logia Hijas de la Unión Nº 17, fundada en Rosario en 1931. 
  
Por nuestra parte, consignaremos que la revista “ Caras y Caretas “ del 2 de marzo de 1907 trae una nota en la que da cuenta de la iniciación de seis damas en la sede de la Logia “General San Martín” del Gran Oriente Nacional del Rito Argentino, situada entonces en la calle Perú Nº 783 de la Capital Federal. 
Dice el cronista:
“No es este el único caso en que las señoras son admitidas en la institución. En las logias de nuestro país hay muchas, y en el extranjero existen logias para señoras solamente. Sin salir del templo de la calle Perú, figuraban ya en él, entre los afiliados, la señora Victoria G. de Cajal y la señorita Lydia Argentina Cajal, además de una niña de este mismo apellido, que es “lovatona”. ..Debemos hacer constar además, el interesante dato de que, entre las nuevas masonas, figura una distinguida y aplaudida cantatriz”

En el solemne acto que refiere la noticia, fueron iniciadas Manuela Patiño, Amalia G. de Taghino, Laura R. de H. Mascías, Margarita de Sorgi, Juana F. de Laffont y  María P. de Maffe.



Muchos años después, en 1990, un grupo de mujeres integrantes del Ateneo “Diamante” entra en contacto con la Gran Logia Femenina de Francia. Esta las vincula con su igual de Chile, iniciándose así un largo proceso que tiene culminación el 6 de julio de 2002. Ese día, las tres logias femeninas de Buenos Aires (Tres Rosas, Aurora del Plata y Cibeles) cuyas integrantes fueron instruidas en el país vecino, llevan a cabo la solemne Asamblea de Maestras que culmina con la Instalación de la Gran Logia Femenina de la Argentina.
Puede consultarse su sitio web en la dirección:
http://www.granlogiafemenina.org.ar/
  
Pese a ello, y como manifiesta la investigadora del CONICET Patricia Pasqualli (Diario La Nación 14/9/2005) no hay planes para incorporar a la mujer en el marco de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones, que como ya se dijera, se rige por el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. 

Las actividades de beneficencia

En el año 1880, por iniciativa del entonces Gran Maestre Dr. Manuel H. Langenheim y bajo de la denominación “Hermanas de los Pobres” se funda en Buenos Aires una entidad auxiliar de la masonería con fines de beneficencia, integrada por esposas y hermanas de masones. Fue su primera presidenta la Sra. Josefa Escalada y López Camelo de Lagenheim.
Siguiendo este ejemplo, varias logias del interior de la provincia de Buenos Aires, entre ellas las de Azul y Tandil, propiciaron fundaciones análogas. (Ferrari 1973)

El Dr. Alberto Sarramone, en “Azul” pág. 217 afirma que las “Damas de la Caridad”, otra entidad benéfica formada por mujeres azuleñas, pertenecían a la masonería. Hay registros de su actuación tendiente a crear un Hospital,  en los periódicos azuleños “El Eco del Azul” del 23/3/1876,13/4/1877 y del 1/2/1880 y en” La Razón” del 10/1/1883.Sabemos que en 1877 presidía esta asociación la Sra. Concepción M. de Cesio, apellido que no aparece, en principio, vinculado con la masonería.  

Existe alguna documentación acerca de la actividad de las “Hermanas de los Pobres” en nuestro pueblo.
Así, la Guía Comercial e Industrial publicada por J. Forns y Artigas en 1892 anunciaba en sus páginas que la Sociedad, con local en calle San Martín entre Burgos y Buenos Aires, se integraba con las siguientes damas:

Presidenta: Victorina L. de Pouyssegur.

Vicepresidenta: Magdalena B. de Dhers.

Vice 3°: Cecilia P. de Pourtalé

Secretaría: Trinidad Riobó de Barrera

Pro-Secretaria: Angélica A. de Pernil.

Tesorera: María B. de Piazza

Protesorera: María L. de López

Vocales: Benicia O. de López

Carolina D. de Filippa

Ana D. de Muss.

Clotilde P. de Vizoso

Meleni Daugá

Leontina López

Adela Payrot.

De la pertenencia de muchos de los miembros varones de estas familias a la Masonería no quedarán dudas a poco que se repasen los apellidos que se consignan en este blog. 


Su actividad benéfica ha dejado huellas en la Memoria del Cincuentenario de la Sociedad Filantrópica Italiana, la más antigua entidad de bien público de Azul que aun se mantiene en funcionamiento. De la misma surge, inclusive, que las Hermanas sesionaron inicialmente en la Filantrópica.

En 1886 leemos que “La Sociedad se hará representar por una comisión nombrada al efecto, en la celebración del segundo aniversario de la fundación del Asilo de Hirán (sic) cuyos festejos patrocina la Logia Masónica local

El asiento correspondiente a 1887 consigna que “Se concede el salón social para el bazar organizado por la Sociedad Hermanas de los Pobres y se nombra una comisión para que represente a la Sociedad en la ceremonia de la inauguración de aquél, compuesta de los socios Bo, Fontana y Vannini…" El 31 de enero la Sociedad pide se le conceda el salón social para realizar en él sus reuniones y asambleas: concedido por unanimidad.


En 1892,  en vísperas de la inauguración del nuevo salón de la Filantrópica, la Memoria dice “…se pasará invitación a las siguientes autoridades, sociedades y personalidades:…Logia Masónica;…Hermanas de los Pobres…”. Al año siguiente se deja constancia que las Hermanas “efectuarán en el Salón su acostumbrada reunión”

Tres años más tarde, en 1896, vuelve a concederse el uso de las instalaciones a las Hermanas, y al siguiente, se les conceden las sillas para un beneficio a favor del Asilo de Mendigos.

Es este el último registro público que hemos hallado de la labor de las Hermanas de los Pobres, aunque la Memoria que estamos reseñando trae otro dato de importancia: en 1908 son facilitadas las sillas de la Filantrópica a las Damas de Caridad, lo que daría pie a pensar, hasta que otros documentos demuestren lo contrario, que ambas asociaciones de mujeres eran de diferente naturaleza, y que solamente las Hermanas de los Pobres tenían vinculación clara con la Logia azuleña.

Mazur, Norma, 2003. “La Mujer y la Masonería”. En Presencia Masónica en el
Patrimonio Cultural Argentino, pp. 73-95. C.P.P.H.C.C.B.A., Buenos Aires

OTRO IMPORTANTE DOCUMENTO RECUPERADO

Entre la valiosa documentación que me fuera generosamente facilitada por el Dr. Alberto Sarramone se encuentra este ejemplar del "Código de la Masonería Simbólica" editado en 1902 E.V. por el Supremo Consejo y Gran Oriente para la República Argentina.




El volumen, que lleva el número 1032, perteneció al Hermano José Leopoldo Marchisio, tal como se comprueba con su firma en la portada, y resulta adecuado pensar que fue el que utilizara para su correcta instrucción.


Esta obra regula minuciosamente en su Reglamento General la forma material de una Logia y su decoración, el modo de erigirla, los deberes y derechos de Dignatarios y Oficiales, la iniciación de los profanos, los vestidos y distintivos para cada Grado, las insignias y joyas, las pompas fúnebres, la caída en sueño de las Logias y muchos tópicos más.




martes, 6 de octubre de 2015

LUIS RICARDO FORS, MASON CERVANTISTA

Hallándome abocado a la tarea de recopilar información con el fin de diseñar la exposición “Cuando segundas partes fueron buenas”, que tiene por objeto recordar el cuarto centenario de la segunda parte de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” durante el IX Festival Cervantino de la Argentina (Azul, noviembre de 2015), me detuve en la figura de Don Luis Ricardo Fors, algunas de cuyas obras se conservan en la Casa Ronco.
No me sorprendió descubrir que Fors se hallaba iniciado en los Sagrados Misterios, por lo que juzgo adecuado consignar hoy algunos datos de su vida y de su actuación masónica, tomados de la página web de la UNLP.




“Nació en Barcelona España, en 1843 (en el seno de la familia francesa de los marqueses de Fors) y murió en Buenos Aires, en 1915. Su nombre completo era Luis Ricardo Fors de Casamayor.
Fue el  primer Director de la Biblioteca Pública de la Universidad Nacional de La Plata, cargo que ejerció hasta 1908 en continuidad  con el mismo  rol  que ocupaba desde 1889 en la Biblioteca Pública Provincial (que pasa a la órbita de la Universidad  en 1905). 
Este catalán republicano fue además de un reconocido cervantista, un propulsor de la enseñanza de la bibliotecología y un abogado con gran participación política. Es gracias a su labor  que la Biblioteca posee una  valiosísima colección cervantina. Luis Ricardo estudió Derecho en la Universidad de Barcelona y luego trabajó  como archivero y bibliotecario adjunto.
Su militancia política republicana  lo obligó a huir de España y emigrar a América. Vivió en Montevideo, donde fundó el diario El Progreso. Volvió a España donde tuvo una intensa actividad política, hasta que en 1888 regresó al Uruguay. Luego volvió a Argentina, donde se hizo cargo de la dirección del diario El Argentino.
Realizó la primera edición sudamericana ilustrada de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, al celebrarse el tricentenario de la impresión y publicación de la primera parte, con láminas de Josep Luis Pellicer y Ricardo Balaca. Está precedida de una erudita vida de Cervantes escrita por Fors. (La Plata, 1904 ([Tall. Gráf. de Sesé y Larrañaga]).

Figura que estuvo vinculada al partido radical y a la masonería, en La Plata presidió en 1896 la "Liga Liberal", mezcla de partido político, club y sociedad e educación democrática y anticlerical integrada por un grupo de masones que habían formado la "Unión Cívica" y se hallaban desilusionados por la política abstencionista tras la derrota del levanta miento radical de 1893 que se había vivido con intensidad en La Plata.

Luis Ricardo Fors fue un  activo militante del laicismo,  y organizó  en la Biblioteca actividades de extensión que comprendieron sus  famosas “lecturas dominicales”, sermones laicos planteados en directa competencia con la misa, a través de charlas y conferencias abiertas que protagonizaban distintas personalidades. Una anécdota lo retrata de cuerpo entero: la biblioteca organizó en 1904 una charla a la que iba a asistir Juan B. Justo.
La sala estaba repleta de obreros que escucharían departir sobre “El socialismo y la cuestión obrera”. Fors reclamó silencio y anunció que el señor Juan B. Justo “tuvo inconvenientes, que no podrá llegar, pero que él les hablará sobre el Quijote, que es una obra muy interesante y muy linda.”

Además Fors llevó adelante el primer intento de organizar la enseñanza bibliotecaria en la Argentina. En febrero de 1904 elevó un proyecto al Poder Ejecutivo de la Provincia de Buenos Aires proponiendo la creación de una escuela especial para bibliotecarios. El proyecto especificaba gran cantidad de cuestiones pedagógicas sobre la enseñanza del tema y, entre sus fundamentos, destacaba que “así se podrá ofrecer un porvenir honroso y útil ocupación a la juventud estudiosa de ambos sexos que anualmente sale  de los establecimientos platenses de enseñanza”.

Editó los tres volúmenes del Boletín de la Biblioteca pública de la provincia de Buenos Aires en la ciudad de La Plata (La Plata, Taller de impresiones oficiales, 1903-05) y la mensual Revista bibliográfica argentina (1908), en las cuales también escribió. 

El gobierno le encomendó homenajear a Miguel de Cervantes el año del tricentenario (1905), que coincidió con la inauguración de la Universidad Nacional de La Plata, compilando una gran colección de ediciones del Quijote y de cervantistas del todo el mundo; Luis Ricardo Fors realizó esta labor con celo, y ese es el origen de la formidable colección cervantina de esta biblioteca.   

La colección cervantina de la Biblioteca de la Universidad  posee 654 volúmenes correspondientes a ediciones de gran valor bibliofílico y literario de la obra de Miguel de Cervantes Saavedra, como:
Ed. ilustrada del Quijote, 1662.
Ed. Valenciana, 1608.
Vida y hechos del ingenioso cavallero don Quixote de la Mancha, 1662.
Dell"ingegnoso cittadino don Chisciotte della Mancia, 1622-25.
Además de gran cantidad de ediciones en inglés, catalán, ruso, servio, escandinavo, neerlandés, francés, alemán e italiano.

Fuentes:
- Suárez,Reinaldo J. Luis Ricardo Fors, precursor de la enseñanza de la bibliotecología en La Plata. Boletín Bibliotecológico de La Plata (2) (En línea) www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
 - Suplemento Radar. Diario Página 12.
- Web de la Biblioteca Pública de la Universidad.
- Vallejo, Gustavo. La Plata y la ideología del progreso: redes y espacios culturales en la reprodución de un habitus laicista, 1882-1916 Revista: Anuario del Instituto de Historia Argentina 2001.”

Tomado de: 
http://www.unlp.edu.ar/articulo/2012/8/27/vidas_y_retratos_luis_ricardo_fors
(en línea)

Hasta aquí la reseña publicada por la Universidad.

Según lo consigna Alcibíades Lappas en su obra “La masonería argentina a través de sus hombres”, Fors fue iniciado en su patria; el 18 de junio de 1869 se afilió a la Logia Confraternidad Argentina Nº 2, incorporándose a partir de 1898 a la Logia La Plata Nº 80, donde desempeñó varios cargos.

Puedo añadir que Fors fue colaborador, hasta su partida a Sudamérica, de la monumental obra “Diccionario Enciclopédico de la Masonería” escrita y ordenada por Lorenzo Frau y Abrines, y publicada en tres volúmenes primero en Barcelona y luego en La Habana (1883) bajo  la dirección de Rosendo Arús y Arderiu.

jueves, 17 de septiembre de 2015

BRILLANTE CEREMONIA DE RECONOCIMIENTO CONYUGAL MASONICO EN EL AZUL DE 1904

Por la claridad de los mismos, transcribiré parcialmente los conceptos que al respecto se encuentran publicados en el blog de la Logia "Honor y lealtad" de Lima (Perú), el cual puede consultarse en la siguiente dirección web:
http://logiahonorylealtad.blogspot.com.ar/2013/12/reconocimiento-conyugal-masonico.html

"Hay que resaltar que esta ceremonia no debe llamarse por ningún motivo "Matrimonio Masónico " o “Boda Masónica”...ésta celebración no constituye, en ningún grado, una boda, ya que ésta práctica compete exclusivamente a las instituciones civiles y religiosas .
Por lo tanto, un Reconocimiento Conyugal Masónico tiene como único objeto que algún miembro del Taller presente a su nueva esposa al resto de la Membresía, con el objeto de que éstos ofrezcan de manera fraternal su apoyo incondicional al cónyuge para auxiliarla en los casos necesarios, refrendando así uno de los postulados más altos de la Orden: el amor fraternal. Esta ceremonia es también tan antigua como la misma Orden

El reconocimiento conyugal tiene un carácter eminentemente moral y filosófico...Aquí el masón y su cónyuge, se complacen en ratificar ante sus HH:. Masones el contrato de fidelidad y unión reciprocas que han firmado antes, de acuerdo a las leyes del país o preceptos o credos religiosos ya que sin este acto previo y anterior, no podrá darse el reconocimiento masónico. La enseñanza moral que reciben los cónyuges en esta ceremonia tiene un gran alcance social."

El mérito de haber hallado en los periódicos de nuestro terruño azuleño la noticia de una ceremonia de este tipo corresponde al Dr. Alberto Sarramone, quien la publicara en su tantas veces citada obra "Historia del Antiguo Pago del Azul". (pp.267/268). Debe destacarse que este autor fue el primero en publicar "in extenso" datos sobre la historía de la masonería local, un tema largamente soslayado por sus antecesores azuleños.
Y a su curiosidad debo seguramente la motivación que me llevara a profundizar el tema y finalmente a publicar este blog.

Yendo de lleno al apasionante tema que nos ocupa, diré que los periódicos locales trataron profusamente del mismo, dado lo novedoso de la ceremonia y la importancia social que revistaban los contrayentes.
Así, en su edición del 23 de diciembre de 1904, el periódico "El Pueblo" publicaba el siguiente anuncio:

Un casamiento masónico.
Su significado y trascendencia.
Música y discursos.
Detalles interesantes.


"Mañana a las 8 p.m. se verificará en los salones de la Sociedad Filantrópica, la ceremonia prescrita por el ritual masónico para suscribir el acta de reconocimiento conyugal masónico. El señor Leopoldo Marchisio, miembro de la Logia Estrella del Sud, contraerá enlace con la señorita María Piazza, hija de padres masones, ante el Venerable de la Logia, dignatarios de la misma, delegados del Gran Oriente de la Capital y de las personas que se han invitado.
Con el deseo de anticipar a nuestros lectores algunos detalles relacionados con esta ceremonia que por primera vez se verificará en el Azul, nos dirijimos (sic.) ayer a dos distinguidos afiliados a la masonería, institución cuya influencia progresista se ha dejado sentir en todos los países civilizados.
El matrimonio masónico, no se contenta con reclamar de los cónyuges la mutua fidelidad: prescribe también la educación esmerada de los hijos, encaminándolos por el amplio sendero de la verdad, de la justicia, del altruismo, en el más lato sentido.
Si bien la masonería, hace caso omiso a las creencias religiosas que pudieran sustentar sus adeptos, su acción fecunda, tiende resueltamente hacia el liberalismo. El dogma, la fe ciega, el fanatismo oscuro y tenebroso, quedan proscritos enteramente de su seno, donde jamas se debaten las creencias íntimas, bajo ningún punto de vista.
Al salón donde tendrá lugar el acto, profusamente iluminado, entrarán primero los invitados, después los miembros de la logia, los novios, los delegados del Gran Oriente Argentino (si es que vienen) y por último el Venerable que preside la ceremonia. Acompañan al Venerable, el maestro de ceremonias, el gran experto, los dos vice presidentes, el portaestandarte, el porta espada y varios otros dignatarios.
Todos los miembros de la Logia deben llevar traje negro, chaleco y corbata blancas y las insignias que se les haya conferido.
La orquesta tocará la marcha nupcial de Mendhelson, al comienzo del acto, después del Himno Masónico de Mozart, el Himno de Reconocimiento Conyugal (al firmarse el acta) y cinco o seis piezas mas, que se tienen elejidas (sic.). La parte de canto ha sido suprimida por la carencia de elementos para desempeñarla.
El discurso de práctica estará a cargo de uno de los principales afiliados de la Logia y versará sobre los deberes conyugales, y muy especialmente sobre la educación de los hijos. Con tal motivo tenemos entendido que se hará una concienzuda exposición de enseñanzas útiles y nobles concejos (sic), con ribetes de conferencia. Enseguida de este discurso que llamaremos oficial, si desean hacerlo, pueden tomar la palabra otros miembros.
Después de la ceremonia que durará como hora y media, se obsequiará a la concurrencia con refrescos, etc.
Los miembros dirijentes (sic.) de la Logia, se han visto en la necesidad de limitar el número de las invitaciones que se han solicitado en cantidad considerable.
No se permitirá el acceso al local de la Filantrópica, sin previa presentación de la invitación correspondiente."

Corresponde aclarar que en ese momento, José Leopoldo Marchisio se desempeñaba como Primer Diácono de "La Estrella del Sud", mientras que María Piazza era la hija de Lorenzo Piazza, quien ejerció varios cargos en la misma.

La pareja contrajo matrimonio civil el 24 de diciembre de 1904 ante el Escribano Silvano Bonnet, según el certificado original que me fuera facilitado por el Dr. Sarramone, y que junto con la Libreta de Reconocimiento Conyugal y demás documentación, serán entregados al Museo Etnográfico y Archivo Histórico "Enrique Squirru" para su pública exhibición.

Aquí el documento:





 LA REPERCUSIÓN EN LOS MEDIOS DE PRENSA
Tanto "El Pueblo" como "El Imparcial" y "El Comercial" dedicaron abundantes columnas para cubrir los detalles de tan impactante ceremonia.

Ecos de la fiesta masónica.
Brillante ceremonia.


"Como anunciamos oportunamente el sábado tuvo lugar la ceremonia de Reconocimiento Conyugal, por los ritos masónicos, del hermano Leopoldo Marchisio con la distinguida señorita María Piazza, hija del hermano Lorenzo Piazza.
El salón de la Filantrópica, lujosamente adornado con los matices de azul y blanco, símbolo de pureza y esplendor, se hallaba para las ocho, repleto de selecta concurrencia, ávida de contemplar una fiesta tan característica, como nueva en esta ciudad.
Un grandioso foco eléctrico alumbraba el zaguán y vestíbulo; el templo improvisado estaba así mismo profusamente alumbrado por los fulgerentes (sic.) rayos desplegados por tres focos de 800 bujías del alumbrado que suministra el señor Brumana, los que disipando por completo los mas mínimos vestigios de oscuridad dejaba el salón como en pleno día.
En los muros se veían, entre colgaduras y cuadros de masones celebres las siguientes máximas, que revelan la pulcra moral que encierra la franc-masonería:

“Ciencia, Justicia y Trabajo. Indisoluble fraternidad de la vida social.”

“La sociedad se regenerará por la educación sólida de la mujer, para que sea institutriz - madre y madre – institutriz.”

“Organiza y perfecciona tu hogar.”

“El ideal social de la franc-masonería consiste en educar al hombre, y por hombre a los pueblos.”

El solo examen detenido de esas máximas de pura enseñanza nos hicieron sumamente simpático el orden de la ceremonia que íbamos a presenciar, pues ellas tan sencillas en sí, encierran el hermoso pensamiento de una fraternidad universal, que transformando la marcha de los pueblos los convertiría en una grandiosa y única familia.
Se hallaba ya repleto el salón de concurrencia profana, cuando entraron los hermanos, formando dos columnas. Llevaban todos la espada en la mano y calzaban guantes blancos, obtentando (sic.) también las insignias y condecoraciones de la orden, e iban precedidos de los hermanos Felix Piazza y Marino Marchisio que ejercían de Gran Experto y Maestro de Ceremonias, respectivamente, cerrando las columnas los hermanos primero y segundo vigilantes, señores Motti y Barón.
Con los selectos acordes de preciosa marcha entran al salón el Hermano Venerable que lo era el señor Aquiles Pouyssegur, precedido del hermano Cristobó que enarbolaba el estandarte azul, símbolo de la franc-masonería, y detrás el hermano Santiago Piazza con la espada al brazo como guardando el orden; servían de escolta al Venerable Maestro, los delegados de las Logias de Coronel Suárez y Arroyo Corto y el señor Keller, quienes ocuparon asiento a ambos lados del Venerable, haciéndole los honores correspondientes.
Al entrar el Venerable y comitiva, los hermanos que ocupaban las columnas levantaron las espadas que poco a poco iban elevando a medida que avanzaba la comitiva.
Al ocupar su sitio el Venerable, dio un golpe y cesó la música. Enseguida dirigiéndose al público dijo que la franc-masonería abre las puertas de sus templos a todas las creencias siempre que vayan acompañadas de sanas y honestas aspiraciones, protegiéndose en su seno de fraternidad para sembrar verdades científicas. Después de dar las gracias a la concurrencia profana por haber ido a oír la palabra humilde pero sincera de la franc-masonería, invita a los hermanos a aclamar a la Masonería Argentina, con las palabras que vienen a reasumir todas las humanas aspiraciones: Ciencia – Justicia -  Trabajo, hermosa trilogía que en oposición a la dogmática y absurda Trinidad, reasume los más grandes ideales de los pensadores modernos.
El hermano primer Vigilante, comunica que en el vestíbulo se halla el hermano Leopoldo Marchisio acompañado de una mujer de bondadoso aspecto con quien acaba de unirse en matrimonio, según las leyes del Estado y que solicitan ambos la protección de la franc-masonería.
El Venerable ordena a los hermanos Gran Experto y Maestro de Ceremonias, que conduzcan a la pareja, mientras el 2° Experto enciende las luces que adornan la mesa del reconocimiento y levanta el velo que la cubre.
Bajo las melodiosas notas de una marcha nupcial aparecen  los esposos, acompañados del cortejo y precedidos por el Gran Experto y Maestro de Ceremonias. El esposo viste de negro con guantes y corbata blanca; ella ostenta un precioso traje blanco de gasa con rico velo adornado con flores de azahar, símbolo de castidad y pureza. 
El Venerable con frases encomiásticas hace una preciosa apología del amor como fuente de vida, deleite y goce del alma.
Después de tomar asiento los esposos en los sillones de honor que se les ha destinado y sentado así mismo el cortejo, los esposos, contestando a las frases del Venerable Maestro se comprometen a formar una sociedad conyugal sobre la base del Amor y Justicia, que conducen a la fraternidad solidaria de todos los hombres; así como a educar a los hijos como elementos útiles para el mejoramiento de la Sociedad Civil y a serles posible en la Ciencia, Justicia y Trabajo. 
Los acordes de un precioso Himno de Amor llenan los ámbitos del salón cuyas notas van apagándose suavemente, dejando una hermosa impresión de alegría y felicidad espirituales.
Por orden del Venerable, el Porta–Estandarte ampara bajo las insignias distintivas de la Logia “Estrella del Sud” a los esposos en señal de protección.
El Hermano Experto coloca a la cintura de los esposos el cordón conyugal, simbolizando que su existencia debe ser una sola; luego entrega al esposo el anillo, quien, poniéndose de pie, lo coloca en el dedo de la esposa como consagración de la afinidad de sus almas unidas, por el fuego del amor. Les entrega una varita de cristal, símbolo de la justicia, que como esposos y padres deben realizar  para con la familia, proyectándola a los hijos.
Por orden del Venerable, el Experto vuelve a tomar la varita de cristal y la rompe a la vista de los esposos, para demostrarles que es muy fácil desarmonizar esa afinidad, que debe reinar entre los esposos, desmoronándose con tal desarmonía el edificio de la justicia, reinando, en consecuencia, el desorden y la discordia. Les ofrece una copa de vino al esposo y otra de agua a la esposa, quienes vacían sus contenidos en una tercera copa, significando que en el hogar deben fusionarse los caracteres, ideas y sentimientos para que por herencia y educación el hijo resulte la unidad armónica de sus mejores cualidades. Enseguida les sustituye el cordón conyugal por el de adhesión que ceñido al cuello de los esposos simboliza el lazo que los unirá a la institución masónica.
Los hermanos forman la cadena de unión que significa que todos los seres deben ser como eslabones de una sola cadena compuesta por la humanidad entera. El Venerable Maestro advierte que la cadena esta rota por la falta de un eslabón viviente, quedando con tal motivo rota la armonía universal por culpa del esposo que está retenido por los encantos de la mujer amada.
El Venerable pide al esposo que haga la defensa de la amante esposa, quien lo hace con sumo acierto y ella para demostrar que es digan de la defensa une las manos del esposo a los eslabones rotos de la cadena quedando por tanto reconstruida la armonía universal que constituye la cadena de unión. El Venerable le recomienda que sea siempre la inspiración de su amante esposo para que nunca rompa los eslabones de la fraternidad humana, prometiéndole, al mismo tiempo, que si fuera él quien rebajara el vínculo contraído, la franc-masonería lo llamaría al orden devolviéndolo más bueno que nunca ó renegaría de él para siempre.
Conducida nuevamente la esposa a su asiento por el Porta–estandarte, el Venerable ordena que dé el abrazo fraternal al hermano Leopoldo Marchisio para que él lo pase a la esposa nueva hermana. Los hermanos levantan las espadas ofreciéndoles protección, besando la hoja de las mismas como fiel cumplimiento de lo ofrecido. 
El Venerable entrega a la esposa una canastita con flores y fruta en testimonio de afecto y anhelo de felicidad.
Con los acordes de hermoso himno los esposos son conducidos a sus asientos en medio de una lluvia de flores que matizan el camino, embalsamando el ambiente.
El Venerable Maestro invita al hermano Orador a que de su opinión tomando la palabra el Dr. Ricardo Berdier, quien es un extenso y bien sentido discurso, sintetizó los más notables ideales que persigue la franc-masonería, fecunda en elementos de progreso humano y fraternidad.
En el Templo de la Masonería no figuran santos, altares, ni fetiches, puesto que la verdad exige solo en las conciencias, en ellos se adora la ciencia como rayo de luz vivificadora penetrando en los recónditos ámbitos del estudio para con ellos descubrir nuevos elementos de acceso a la amplia vía del Progreso que conduce a la Emancipación de la humanidad desligándose de viejos prejuicios que interceptan la marcha de la Libertad. Siendo la mujer quien tiene a su cargo la educación de los hijos a quienes amolda a sus sentimientos, por eso la Masonería procura su educación con el fin de que forme hombres aptos para el desenvolvimiento de la Ciencia, la Justicia y el Trabajo. Fue varias veces interrumpido por los nutridos aplausos de la concurrencia.
Hizo uso de la palabra uno de los delegados de Coronel Suárez, quien fue así mismo muy aplaudido y en especial al expresar la paradoja del misterio masónico que dijo ser el misterio que descubría el Alquimista al conquistar un nuevo cuerpo por la unión de otros varios, el de los que arrancan a la Naturaleza para ensanchar día a día los dominios de la ciencia y el de derretir los hielos polares al calor del aliento de la humanidad trabajadora.
En fin, ambos discursos fueron dignos de admiración por lo bien pensados y por la coordinación de conceptos a cuál más elevado de la verdadera conciencia humana.
La esposa, tomando de manos del Venerable Maestro el saco de beneficencia y acompañada del esposo recibía el óbolo, que siempre que se reúnen los masones depositan para alivio del desvalido, el que retribuía con un ramito de aromáticas flores como prueba de la felicidad que se siente con la práctica de las virtudes. Mientras tanto dos de los hermanos repartían también entre la concurrencia profana hermosos ramitos.
Terminó el acto a los acordes de una preciosa marcha triunfal.
La concurrencia se retiró completamente emocionada por la ceremonia y llevando gratas impresiones de la misma."

(Diario “El Comercial”, 26 de diciembre de 1904)

PALABRAS DEL ORADOR, DR. RICARDO BERDIER

"Señoras, señores:

Acábase de realizar un acto de trascendental importancia, acábase de reconocer conforme a nuestros rituales la unión conyugal de uno de nuestros hermanos en la lucha  cotidiana, en que esta empeñada la franc-masonería universal. Este acto solemne que acabáis de presenciar aunque no presentado al público con toda la magnificencia que merece, es de un alto significado moral. La masonería argentina en la persona de uno de sus modestos talleres de trabajo, abre sus puertas veladas al profano, descorre sus cortinas y os presenta los misterios de sus templos, probablemente atónitos investigáis con la mirada sus muros y rincones, creyendo encontraros rodeados de misterios y fetiches, y sorprendidos notáis que no hay tronos ni hay altares, que el sol, la luna y las estrellas son elementos de vida, que el compás y la escuadra son elementos de trabajo, y que en nuestras filas encontráis a vuestros padres, esposos, hermanos y amigos, que si tenemos signos y condecoraciones, que si usamos un lenguaje ad hoc, si nos llamamos hermanos, todo esto no es sino una forma de organización y que este simbolismo que dirige y reina en todos nuestros actos, es la representación objetiva de nuestras ideas y nuestros propósitos.
Conservamos aun hoy la secular organización de nuestros predecesores, somos obreros de una misma causa, y trabajamos constantemente unidos por el perfeccionamiento individual y colectivo de las sociedades.
Vosotros diréis quizás que trabajamos a puerta cerrada, que ocultamos nuestros propósitos y nuestros procedimientos, que el mundo profano, no tiene derecho de pasar los umbrales de nuestro templo, y por lo tanto que no puede juzgarnos.
Pero, señores, la clausura de nuestro recinto, el ocultismo de nuestros procedimientos, es solamente relativo. Nuestros actos y resoluciones se exteriorizan llegado el caso, y se manifiestan como tenéis ocasión de comprobarlo en este momento, en la celebración de esta fiesta de luz y de armonía, la más significativa de nuestros propósitos, donde os son revelados nuestros principios morales y sociales y las proyecciones que para la franc-masonería tiene el matrimonio para el porvenir y el progreso de las sociedades. En todo orden de ideas, la acción de la masonería ha hecho sentir su influencia en la historia de la humanidad y son sus frutos más preciados y valiosos los acontecimientos más grandes y decisivos del progreso humano. Ahí esta la Revolución Francesa y la epopeya argentina de la Revolución de Mayo. 
En nuestros talleres se trabaja sin tregua y no hay grano de arena despreciable, los modestos obreros y los grandes, el ignorante y el sabio fraternizan bajo el mismo techo y levantan poco a poco los torreones que sirvan de valuarte y de guía a la investigación siempre incesante de las verdades naturales y científicas.
A diferencia de las religiones sacerdotales cuyos misterios están en el dogma, y donde la fe ciega e inexplicable a la sana razón, sostiene el edificio todo, nuestros misterios son los fenómenos naturales que escapan aun a la razón científica y a cuya resolución dedica sus esfuerzos la franc-masonería.
La franc-masonería acepta, pues las verdades demostradas por la ciencia, que es la única fuente donde pueden beber los hombres que se precien de ocupar el puesto que les corresponde en la escala de los seres. Nuestra fe es la fe científica que nos deslumbra con  sus descubrimientos asombrosos, nuestra esperanza es la esperanza de ver realizadas en la práctica las verdades adquiridas por el esfuerzo de todas las voluntades, libres del prejuicio y de la rémora de los sofisticadores eternos de la humanidad.
Por eso jóvenes esposos, la masonería os abre los brazos para recogeros en su seno y juraros protección para vosotros y vuestros hijos.
Y vos, noble señora, que habéis tenido el valor moral suficiente para afrontar la critica de la sociedad actual, llena aun de los viejos resabios y falsos prejuicios de épocas de oscuridad y retroceso, regocijaos de haber llegado a nuestro templo, y demostrado públicamente que sois digna esposa del hermano que comparte con nosotros nuestro anhelos y esperanzas por el progreso y la felicidad humana. Sois digna esposa de francmasón; comenzáis la ruta y dais el primer paso con la energía y la fe en nuestra causa,  cobijandoos  bajo el pabellón azul de la Masonería en cuyos pliegos penetra la luz, de cuyas insignias emerge la luz, conquistada por la ciencia y el trabajo. 
Este es el primer paso, es la iniciación de vuestro espíritu en las ideas y practicas de la verdad. Rompéis en este momento la cadena de prejuicios que os ataba a vuestras amigas, a vuestro círculo social, y demostráis en este acto cuan fácil es romper esos ficticios lagos de moral convencional, cuan hermoso es poder unirse al hombre amado bajo la ley del Estado y penetrando en el templo donde vuestro esposo estudia y trabaja, sentir las palpitaciones de sus hermanos en la idea, recibir sus plácemes e himnos de regocijo, sus votos de felicidad. Henchida el alma de las buenas ideas, sabéis ahora que para ser buena esposa y digna madre no habéis menester doblar la rodilla e inclinar la cabeza  ante imágenes y cirios, y recibir la consagración de vuestro himeneo por una religión que tolera la unión sexual en el matrimonio, pero que hace la apología de la castidad y la esterilidad del claustro. 
El amor es la vida, el amor es más fuerte que la muerte. No hay ley ni rito que pueda oponerse a su empuje vibrante, avasallador. Se aman las flores aromatizando el aire, exhibiendo a la luz del sol radiante sus galas y colores, esparciendo el polen vivificador, ama el insecto muriendo al dar la vida,  y el hombre el más inteligente de los mamíferos, ofrece en su holocausto sus mejores energías, vibran las cuerdas más sonoras de su alma, canta y llora, es poeta y es artista.
Pero el amor como todos los sentimientos humanos ha evolucionado en el hombre a medida que las instituciones sociales han sufrido la reforma y se han adaptado al modus vivendi determinado por el progreso incesante de las sociedades civilizadas. El amor ha sido el factor más importante de la civilización, la cuna de la familia y el origen de la vida en sociedad.
Enormes evoluciones ha sufrido a través de los siglos. De la poliandria de las tribus primitivas a la poligamia de los bárbaros, y de esta a la monogamia de las naciones civilizadas, cuantas evoluciones progresivas no ha sufrido el matrimonio!
En las sociedades primitivas, el rapto y la captura eran erigidos como ley suprema del más fuerte. Mas adelante el derecho de propiedad de los padres sobre las hijas da origen al matrimonio por servidumbre y por venta. Cuando el pretendiente era pobre y no tenía los medios de adquirir una mujer se enganchaba en casa de los padres para servirles durante un tiempo determinado de años y pagar con el producto de su trabajo, con la pesca y con la caza, el precio estipulado.
La Biblia nos refiere que Jacob se puso al servicio de Laban durante 14 años para tener derecho de casarse con sus hijas Lía y Raquel.
En la Roma antigua, a pesar de la variabilidad de las formas de matrimonio según la posición de los contrayentes la sujeción y la esclavitud de la mujer no es menos evidente que entre los bárbaros.
La intervención del cristianismo no mejoró tampoco su situación, y la mujer que comenzó por ser la esclava sumisa, y fue considerada como propiedad negociable en las sociedades primitivas, continuó arrastrando la cadena de la esclavitud y la servidumbre; el matrimonio fue considerado como un sacramento con fines espirituales y místicos y no como la unión amorosa de dos seres, jóvenes y fuertes, aptos para la propagación de la especie y el mejoramiento de la sociedad.
El matrimonio actual ha perdido poco a poco sus resabios de esclavitud y servidumbre, y seguirá evolucionando, no hay duda, hacia una forma más justa y razonable. El divorcio establecido con ciertas restricciones en algunos países europeos evolucionará también, perfeccionándose, hasta que, en época más o menos lejana, armonizando aspiraciones lejitimas (sic.), el matrimonio sea un contrato social como cualquier otro.
Señores:
El mundo marcha, la evolución prosigue su camino. La verdad cual antorcha luminosa, rasga las tinieblas, y la luz de la ciencia, penetrando los fenómenos naturales, escudriñándolos minuciosamente, va desmoronando trozo por trozo el vetusto edificio que la ignorancia de las masas y el misticismo de las religiones habían levantado para afrenta de la civilización. La mujer, nuestra emula y amiga, el vaso sagrado de nuestros más puros sentimientos, la compañera de nuestros goces e infortunios, relegada al olvido y la impotencia, dominada por todas las tiranías, la mujer es todavía la última en romper la valla y levantar la voz en el concierto universal.
Ella, que es la institutriz y la madre, que reina soberana en el hogar, ella, debe merecernos la dedicación mas intelijente (sic.). Eduquémosla, pues, e instruyámosla para placer nuestro y para mejoramiento de la especia. El niño hereda las cualidades mejores de la madre, el niño bebe sus primeras nociones al calor de su pecho, y va haciendo acopio de impresiones desde sus primeros mese. Su inteligencia como una placa fotográfica indeleble se enriquece lentamente; los ojos y el oído son puertas preciosas por donde las imajenes (sic) entran y se fijan en su cerebro, y cuando el niño es hombre, aquella cera blanda que se había plegado a la presión más simple, lleva ya en si la materia prima de su desarrollo ulterior.
Si el rol de la mujer es tan trascendente, señores, lógico es que deseemos para ella la instrucción más amplia. Por ella, por la madre, la evolución de la sociedad hacia su perfectibilidad, hacia la mayor suma de ventura se realizará fácilmente. Ella tiene la capacidad cerebral necesaria para un amplio desarrollo y si por egoísmo la consideramos menos apta, es por que no la hemos preparado, ni desarrollado sus facultades intelectuales.
¡Y bien señores: la madre que sabe ser institutriz y la institutriz que sabe ser madre esa es la Eva creadora, glorificada por la ciencia; esa, la Eva redentora de las herencias y los atavismos, la Eva reverenciada por la humanidad; esa es la Eva tipo ideal de la Esposa, a la que la franc-masonería le consagra, por esta ceremonia, digna apoteosis!
¡Yo también, venerable maestro, como guardián de los libros de oro de nuestra orden, saludo a la noble y simpática pareja, que ha venido a prometernos frutos de selección para la ciencia, para la justicia y para el trabajo humanos!”
Después del doctor Berdier, el delegado de Coronel Suárez señor Chevalier, leyó también un conceptuoso discurso. 

La ceremonia terminó con una recolecta entre los miembros de la Logia que se destinará a obras de caridad. Al compás de la marcha nupcial se retiraron los esposos del salón, acariciados por una lluvia de flores. Los “hermanos” abandonan el recinto, esclamando (sic.) ¡Ciencia, Justicia y Trabajo!"

(Diario “El Imparcial”, 27 de diciembre de 1904)


                                     



La contrayente, Sra. María Piazza de Marchisio


LA LIBRETA DE RECONOCIMIENTO CONYUGAL

En cuanto a este valioso documento, posee un formato de 13 por 21 cms. y se encuentra en muy buen estado de conservación, bellamente encuadernado en cuero color claro, con letras estampadas en dorado. Consta de 53 páginas numeradas.




En el inicio encontramos esta dedicatoria:
“A María Piazza. La consagración de su matrimonio bajo los auspicios de luces de verdad, de justicia y de amor efectivo hacia la humanidad, es prenda cierta de que esa unión encontrará en las dificultades y arideces de la vida, fuerza bastante para sobrellevarlas en esas fuentes inagotables de la única felicidad posible que es la satisfacción de haber cumplido el deber aceptado. LA ESTRELLA DEL SUD”. 





Siguen las firmas de varios de los asistentes.




A continuación se encuentra la partitura de un Himno cuya música pertenece al maestro J.E. Bulterini (págs. 1 a 4). Luego el texto completo del Ritual de Reconocimiento Conyugal (Tenida Blanca) para el Oriente Argentino (Buenos Aires, Imprenta Industrial, 1902) aprobado por el Soberano Gran Comendador Emilio Gouchon y el Gran Secretario General José A. Casas.


LAS FIRMAS EN LA LIBRETA

La suscriben, en la medida en que me ha sido posible identificarlas,las siguientes personas: Aquiles Pouyssegur; Emilio Brasq; Alberto Morri (Grado 18, Venerable de la Respetable Logia Abnegación de Coronel Suárez; Didier Le Chevalier de la Sauzaye; Ricardo Berdier; Enrique Baron; Esteban Marquestau; Santiago Piazza; Constantino Rey; Félix Piazza; Ambrosio Motti; Angel Brumana; Adrián Loustau; Cayetano Viciconte; Carlos Montes; Marino Marchisio; Lorenzo Piazza; Juan B. Italiani; Gumersindo Cristobó y Antonio Solans.

ESTEBAN MARQUESTAU (n. 1857)
Nacido en Francia, casó en esta ciudad el 20 de septiembre de 1877 con Doña María Chrestia, natural del Azul, hija. de D. Rafael Chrestia y de Da. Francisca Maumus, naturales de Francia. Integró la Comisión Municipal de Higiene en 1887. Hacendado, propietario de la Estancia La Clotilde en el Partido de Azul.
Cuenta Yuyú Guzmán que Esteban fue uno de los primeros dueños de automóviles en esta localidad, un De Dion- Buton de origen francés con el cual, junto con el pionero del automovilismo argentino Juan Cassoulet y el Sr. Jofré, protagonizaron un comentado raid, que unió Buenos Aires con Bahía Blanca allá por 1915 (o 1905 según otras fuentes), a campo traviesa y orientándose con una brújula.
Ostentaba el grado de Maestro Masón, aunque no he hallado constancias de la Logia en la que fuera iniciado.
Uno de sus hijos, Alejandro Severo, fue un reconocido ingeniero formado en Estados Unidos, Francia e Inglaterra. A su regreso del extranjero cumplió importantes funciones en la Municipalidad de Buenos Aires.
Mi agradecimiento a las familias Carús-Marquestau por la información proporcionada.

CAYETANO VICICONTE
Según los registros de la Logia, era italiano, católico, agricultor. Iniciado en “La Estrella del Sud” en 1888.En 1892 integraba la Sociedad Italiana “Garibaldi”.Fue además propietario de un almacén.

DIDIER LE CHEVALIER DE LA SAUSAYE (m.1931)

Hemos visto que fue uno de los invitados especiales a la ceremonia de reconocimiento conyugal masónico Piazza-Marchisio, en la cual hizo uso de la palabra.
Entre 1900 y 1903 fue director de una Escuela en la Colonia 3 de Coronel Suárez. Había nacido en Pons (Charante Maritime- Francia) y fue educado como alumno pupilo en un colegio jesuita de Poitiers. A mediados de la década de 1890 emigró a Uruguay, donde fue Secretario del Consulado francés en Montevideo. Poco tiempo después, se radicó en Mendoza (Capital) donde conoció a Jeanne Claudine Clement (nacida en Macon-Borgoña), con quien tuvo dos hijos, Fernando nacido en 1899 y Máximo  quien nació en Cnel. Suárez el 05-04-1903.
En 1903 ó 4, se radicó con su familia en Buenos Aires, donde fue docente toda su vida. En sus últimos años fue Inspector de la Alianza Francesa de Buenos Aires y viajaba mucho por todo el país. Murió súbitamente en un tren volviendo de Bahía Blanca a Buenos Aires en 1931.



Amable información aportada por su nieto de igual nombre, prestigioso médico forense del Poder Judicial de Río Negro.














lunes, 31 de agosto de 2015

OTROS HOMBRES DEL EJÉRCITO VINCULADOS CON AZUL Y LA MASONERIA

No es ésta una nómina completa, ni una acabada biografía de cada uno. La siguiente enumeración tiene por objeto demostrar la profunda vinculación entre destacadas personalidades de nuestras Fuerzas Armadas y la Masonería, haciendo hincapié en algunos hombres de armas que en algún momento prestaran servicios en Azul y su zona de influencia.

CRESCENCIO ACOSTA (1839 –1903).A.G.E. N° 61.
Incorporado en 1861 al Batallón 2 Norte, participó de la guerra con el Paraguay, en el 4° Batallón, 2ª División Buenos Aires; siendo herido en el combate de Paso de la Patria. Posteriormente, con el grado de Capitán, fue destinado a Azul, para el resguardo de la población de las incursiones los indios. Iniciado en 1875 en la Logia Estrella del Sud N° 25. Fue Coronel de Guardias Nacionales.
En el Censo Nacional de 1895 figura residiendo en Azul, y se hace constar que es inválido de guerra. Se domiciliaba en calle Belgrano 255.



FELIX BENAVÍDES (1842 –1929)
General del Ejército Argentino, que participó en la guerra del Paraguay, en las luchas contra López Jordán y los indios, y desempeñó otras notables misiones militares. Fue gobernador de Río Negro. Iniciado en 1868 en la Logia “Unión” N° 17 de la ciudad de Rosario, actuó en la Logia “Asilo del Litoral” N° 18 de Paraná y fue fundador y primer Venerable Maestro de la Logia “Estrella de la Paz” N° 58 en Entre Ríos (1878). Al dejar el servicio activo, trabajó en diversas Logias de la Capital Federal.
En Azul ocupó el cargo de Comisionado Municipal en 1910, y hoy un puente de nuestra ciudad lleva su nombre.



JUAN CARLOS BOERR (1828-1908)
Nacido en San Nicolás de los Arroyos, formó parte de la Guardia Nacional. Combatió en Cepeda y en la guerra con el Paraguay. Junto con Ignacio Rivas, tuvo decisiva actuación en la batalla de San Carlos (1872) frente a la indiada de Calfucurá. Más tarde se desempeñó como director de la Penitenciaría Nacional. Lappas nos dice que fue iniciado en la Logia Fraternidad y Beneficencia Nº 10 de su ciudad natal.



ANTONIO FRANCISCO BOSSI (1884 – 1931).
Cursó el Colegio Militar, revistó en regimientos de Ingenieros; fue jefe del primer Batallón de Zapadores y Pontoneros, secretario de la Inspección General del Ejército y director del arsenal Esteban de Luca, ascendiendo a Teniente Coronel. Profesor de la Escuela de Mecánicos. Según Lappas, fue iniciado el 12 de octubre de 1909 en la Logia Estrella del Sud N° 25 de Azul. Sin embargo, de la documentación consultada en el AGLA se desprende que solicitó ser admitido en la Logia azuleña recién en 1911.



JOSÉ P. GIRIBONE (1824 –1868).
Militar de origen italiano que se vio obligado a emigrar por cuestiones políticas, radicándose en Montevideo donde formó en las filas de la “Legión Italiana”. Bajo las órdenes de Urquiza combatió en Caseros y luego en Pavón. En 1862 organizó en Buenos Aires la “Legión Extranjera” de la que fue Capitán comandante y a cuyo mando participó en la guerra del Paraguay, cayendo heroicamente en Tuyú-Cué. Ostentaba el grado de teniente coronel. Es el autor de la marcha militar “El Tala” escrita en el frente de batalla durante la guerra del Paraguay. En 1858 figura como uno de los fundadores de la Logia Sol de Mayo N° 8, con el grado 1°. El 26 de septiembre de 1858 alcanza el 3°. El año siguiente desempeñó el cargo de Experto. Asimismo participó de los trabajos de la Logia Estrella del Sud N° 25.
José Pipo Giribone llegó a fines de 1862 a Azul, para organizar la 1ª Legión de Voluntarios destinados a defender las fronteras, en particular las de este pueblo. En 1864 se encontraba todavía asentado en el Azul, como lo prueba la documentación recopilada por el Dr. Bartolomé J. Ronco y publicada en la Revista “Biblos” (Nº 11 año 1926).



TEÓFILO CARLOS GOMILA (n.1845)
Militar y político, nacido en las afueras de Montevideo, era hijo del Mayor del Ejército Argentino Gregorio Antonio Gomila. Abandonó su carrera militar para radicarse en la Argentina. Dedicado a las labores rurales, pobló un campo en las proximidades de Azul. Tomó parte en combates contra los indios, siendo inclusive apresado por éstos, y pudiendo huir. En 1874, cuando la revolución de Mitre contra Avellaneda, se unió al ejército de su amigo el General Rivas, participando del combate de La Verde. Vuelto a sus ocupaciones civiles, incursionó en la política local, destacándose como tenaz defensor de los derechos cívicos. Fue además periodista, fundando en 1887 el periódico “El Libre del Sur”. En 1878, en la zona de Tres Arroyos, pobló campo y armó a su costo un batallón de 600 hombres, al que denominó “Máximo Paz” en homenaje al candidato que apoyaba para gobernar la provincia de Buenos Aires. Perteneció al Partido Autonomista y fue amigo personal de Leandro N. Alem.  En Tres Arroyos, una calle recuerda su fecundo y progresista accionar.





NICOLÁS LEVALLE (1840 –1902).
Nativo de Italia llegó al país a edad temprana e ingresó a la academia Militar emprendiendo así una brillante carrera militar que culminó con el grado de teniente general. Luchó en Cepeda y Pavón y se destacó en forma brillante durante al guerra con el Paraguay, la campaña de Entre Ríos contra López Jordán, en Río Negro y los acontecimientos políticos de 1880 y 1890. Ministro de Guerra y Marina de los presidentes Roca y Juárez Celman, fue el fundador del Círculo Militar de la Nación y redactó diversos libros de texto de contenido castrense. La  organización del Ejército nacional le debe, en muchos aspectos, su estructura moderna. Iniciado en la Logia Estrella del Oriente N° 27 el 25 de febrero de 1869, años más tarde se incorporó en la Logia Libertad N° 48, la que presidió en 1900-1901. Ocupó diversos cargos también en la Gran Logia de la Argentina, sorprendiéndole la muerte en el ejercicio del cargo de Segundo Gran Vigilante. Fue también miembro activo del Supremo Consejo grado 33° para la República Argentina. Por haberse negado en los postreros instantes a renegar de la masonería, el arzobispo Espinosa prohibió que se tributaran honores por los capellanes militares. El 1 de febrero de 1902 su Logia, Libertad N° 48, organizó un solemne funeral masónico dedicado a su memoria. El 27 de junio de 1909 con motivo del traslado de sus restos al mausoleo construido por suscripción popular, se le tributó un importante homenaje. Nicolás Levalle ocupó la jefatura del Comando Sur de la Frontera de Buenos Aires en 1874.



FRANCISCO LEYRÍA (1845 –1911).
Prestigioso jefe militar argentino que participó de las campañas del Paraguay, Entre Ríos y del Desierto. Acompañó como ayudante de campo al general Roca. Al ser ascendido a general, integró el Estado Mayor del Ejército. Iniciado en la Logia Confraternidad Argentina N° 2 el 7 de noviembre de 1892 junto con el coronel Luis R. Coquet.
Uno de los fundadores del Club Unión, tuvo durante muchos años intereses en nuestra ciudad, donde operaba con casa de remates de hacienda. Fue el principal propulsor de la realización de la Primera Exposición-Feria de la Sociedad Rural de Azul, en 1884. Socio Honorario de la Biblioteca Popular de Azul.



BENITO MACHADO (1823 –1909).
Era apenas un adolescente cuando su padre fue ejecutado por ser uno de los participantes de la Revolución de los Libres del Sur, dirigida contra Juan Manuel de Rosas. Tras permanecer varios años en el exilio sirvió en las Fuerzas Armadas donde alcanzó el grado de Coronel. Dedicado a ocupaciones agropecuarias en Chascomús gozó de envidiable prestigio por su valor, patriotismo y corrección, siendo índice cabal el popular dicho “Dios en el cielo y Machado en la tierra”. Iniciado en una Logia Unitaria en 1840, en 1858 fue incorporado a la Logia “Tolerancia” N° 4 y a partir de 1887 figura en la Logia “Unión del Sud” N° 45 de Chascomús, con el grado 33°.
Ocupó la Jefatura de la Comandancia del Sud, asentada en Azul, tras la partida del coronel Ignacio Rivas hacia el Paraguay. Estuvo en dicho cargo desde octubre de 1865 hasta marzo de 1866, teniendo luego un entredicho con Álvaro Barros antes de partir hacia la zona del actual partido de Benito Juárez.



NICOLAS OCAMPO (1824 –1889).
Coronel del Ejército argentino, se inició en la carrera de armas al lado del general Paz. Acompañó a Urquiza en Caseros y Cepeda. Intervino en la guerra del Paraguay y la represión del movimiento de López Jordán. Hizo el servicio de fronteras, venció a los indios de Calfucurá y participó en los movimientos de 1874 y 1880, siendo sancionado por estos dos últimos hechos. Mientras se desempeñaba como Jefe del  Regimiento de Guardias Nacionales con asiento en Azul, el 16 de agosto de 1862, la Gran Logia de la Argentina lo autorizó a levantar columnas en esta localidad, mas el intento no pudo concretarse.
El diploma y la banda masónica de este distinguido militar se conservan en el Museo Etnográfico y Archivo Histórico “Enrique Squirru” de Azul.







GREGORIO HERMENEGILDO PEREYRA (1877 –1959).
Nació en Arrecifes. Egresado del Colegio Militar, fue uno de los oficiales fundadores del Batallón de Zapadores Pontoneros de Azul. Luego se desempeñó como jefe de los distritos militares 46 y 2, y del Regimiento 18 de Infantería, con el grado de Teniente Coronel. Iniciado el 5 de junio de 1908 en la Logia Estrella del Sud N° 25, en 1909-10 se desempeñó como 1er. Diácono. Al año siguiente se retiró “sin pase y ausentado” con el grado de Maestro.





JORGE REYES (1854 –1939)
Coronel del Ejército argentino, actuó en las campañas del Desierto, combatiendo al indio en las zonas de Azul y Olavarría. Integró las fuerzas de Avellaneda (Regimiento 3 de Guardias Nacionales) cuando la revolución mitrista. Participó de la expedición al Bermejo, fue miembro del Consejo Mixto de Guerra para jefes y oficiales del Ejército y de la Armada, intendente general de Guerra, etc. Iniciado en la Logia “Obediencia a la Ley” N° 13, ocupó varios cargos en ese taller y en otros, actuando como Gran Maestre del “Gran Oriente Argentino del Rito Azul” a partir de 1910.








JUAN RIVADEMAR (m.1875)
Consultando su legajo militar existente en el A.G.E., hemos podido reconstruir parcialmente su trayectoria en las armas de la Nación. En 1863 ocupa en San Juan el cargo de Ayudante Mayor del Cuerpo de Rifleros, y en tal carácter se le expide salvoconducto para pasar “a los Departamentos”, autorizándoselo a allanar las casas “en que sospechas puedan existir” sobre la existencia de desertores del mencionado Cuerpo.
Dos años después integra la 1ª. Compañía de Rifleros de Línea. Fechada en Azul, en septiembre de 1872, existe en la documentación consultada una nota suscripta por Ignacio Rivas, Comandante en Jefe de las Fronteras Sud, Costa Sud y Bahía Blanca mediante la cual se lo autoriza a pasar a la Capital a causa de su salud “llevando en su compañía un individuo de tropa”. En ese entonces ostentaba el grado de Sargento Mayor del Regimiento “General Lavalle”.
En 1875 ejerce el comando del Batallón “Cazadores del Azul”, y luego, como Teniente Coronel del Regimiento de Caballería de Línea, se embarca en la cañonera “Uruguay” con destino a Bahía Blanca para pasar inmediatamente al Sauce Corto, con el fin de restablecer la vigilancia de los fortines de la Frontera Costa Sud. 
Sin embargo, y al poco tiempo se le expide pasaporte para la Capital “a consecuencia del mal estado de su salud y serle imposible el curarse en el campamento”.  Ese mismo año se produce su fallecimiento, ya que en el legajo encontramos el inventario de las humildes pertenencias que dejara en su último destino. El mismo fue practicado el 12 de abril de 1875, en el Fuerte General San Martín sobre el Sauce Corto.






Esta documentación la obtuve gracias a la inestimable ayuda del abogado azuleño Omar Alcántara, quien a mi solicitud, no dudó en constituirse en el Archivo General del Ejército a fin de fotografiar íntegramente el legajo de Rivademar.

IGNACIO RIVAS (1827 –1880).
Natural del Uruguay, prestó destacados servicios en el Ejército argentino, alcanzando el grado de General. Comandante en jefe del cuerpo del ejército, conquistó sobre los campos de batalla sus grados, por hechos heroicos. Gran amigo de Mitre, en 1874 estuvo al frente de las milicias nacionales de la época. Iniciado en la Logia Regeneración N° 5 el 22 de agosto de 1857.
Ignacio Rivas fue un destacado actor político y social en Azul. Ejerció la Comandancia General de la Frontera Sud. Fue fundador del “Club del Pueblo”, primera agrupación política de Azul. El 8 de mayo de 1872 participó en la batalla de “San Carlos”, donde fue apoyado por tropas de su amigo Cipriano Catriel. Combatió en la guerra del Paraguay de la que volvió manco, lo cual no le impidió continuar destacándose en la comunidad que lo tenía como un eminente vecino.
En 1861 fue designado Miembro Honorario de la Municipalidad de Azul. Fue uno de los grandes sostenedores del proyecto de instalación en nuestra ciudad de la Escuela Normal.  Tuvo casa en Azul, y en este Partido fue propietario de las suertes de estancia 218, 221 y 230, las que limitaban con campos de Olavarría. Una calle de nuestra ciudad perpetúa su memoria.



ENRIQUE SPIKA (1843 -1920).
De origen polaco, se inició en la carrera de armas, encontrándose en Pavón y las campañas del Paraguay y Entre Ríos, así como en las luchas contra los indios, alcanzando el grado de General. Dictó cátedra en el Colegio Militar, escribió obras militares y se desempeñó en el Consejo de Guerra desde su fundación hasta 1913. Fue intendente municipal y presidente del Consejo Escolar de Tandil. Allí fundó y dirigió “La voz del pueblo”. Iniciado en la Logia “Luz del Sud” N° 39 de Tandil en el año 1880, fue secretario y orador de ella. Al trasladarse a Buenos Aires actuó en la Logia “Confraternidad Argentina” N° 2.
Estando acuartelado en Azul en 1878, junto a unos treinta vecinos, rescató de manos de una indiada muy superior en número a una cantidad importante de cautivos y ganado, en  lo que constituyó el último malón que sufriría la ciudad. Luego se trasladó a Tandil, donde fundó el periódico “La Voz del Pueblo”. En julio de 1882 la imprenta fue adquirida por los Sres. Jaca y Carpy, quienes fundaron el diario “El Eco” de Tandil.



BIBLIOGRAFIA: documentación original existente en el A.G.E. y en el Museo Etnográfico "Enrique Squirru" de Azul; Del Valle, Antonio (op.cit.); Sarramone Alberto (Historia del Antiguo Pago del Azul); Lappas, Alcibíades ("La masonería...op. cit.); Guzmán, Yuyú (op.cit.); "Foja de servicios del Coronel Don Jorge Reyes" (Buenos Aires, Imp. Felipe Garfunkel, 1926. Edición del autor; Cutolo, Vicente, Nuevo diccionario biográfico argentino, 7 volúmenes, Ed. Elche, Bs. As., 1968-1985.

martes, 11 de agosto de 2015

AZUL: CÓMO ERA EN LOS AÑOS 1870 A 1880

La atenta mirada de Horacio Silva, del equipo de investigadores de la Hemeroteca "Juan Miguel Oyhanarte", ha permitido rescatar del olvido este minucioso trabajo del Dr. Bartolomé J. Ronco, aparecido en las páginas del diario "El Ciudadano" del jueves 31 de agosto de 1944.  
He de transcribirlo aquí en forma casi completa, no solamente por la profundidad de su contenido, sino porque brinda un acabado panorama de la ciudad de Azul en los primeros momentos de actuación de la Logia "Estrella del Sud". Además, será de gran utilidad para cuando, más adelante, me refiera a la nacionalidad y las profesiones de los Hermanos que integraron su cuadro lógico.
Va entonces el texto del Dr. Ronco, en la parte que he juzgado pertinente.

"Pocas e inconcretas son las noticias que, sobre las primeras décadas de Azul, nos han transmitido los autores que en esa época lo conocieron. Uno de los primeros, William Mac Cann, visitó el Fuerte de San Serapio Mártir una década después de su fundación, y, en 1853, relató sus impresiones de viaje por distintas regiones, en un libro cuya traducción castellana lleva el título DOS MIL MILLAS A CABALLO POR LAS PROVINCIAS ARGENTINAS, y en él nos presenta a Azul como “punto fronterizo de intercambio con los indios, de origen reciente, que no pasa de ser una simple agrupación de ranchos, donde existe un Fuerte con algunos cañones, una pequeña iglesia, una tahona movida por mulas y una población de mil quinientos habitantes que los indios vecinos mantienen en estado de continua alarma.
Martín de Moussy, en la segunda parte de su DESCRIPTION GEOGRAPHIQUE ET STATISTIQUE DE LA CONFEDERATION ARGENTINE, publicada en 1864, sitúa nuestra ciudad a setenta y siete leguas de Buenos Aires y dice de ella: “Cabeza de distrito; es una villa grande o mejor dicho una ciudad sumamente nueva, con iglesia, cabildo, escuelas, una guarnición de tropas nacionales bajo el mando de un oficial superior y una población que alcanza a cinco mil habitantes y que aumenta diariamente por la llegada de gran número de vascos, franceses, italianos e individuos de otras nacionalidades que en ella se establecen. Comprende grandes plantaciones y cuenta con dos molinos harineros. Tiene un comercio muy activo, no solamente con la campaña, sino también con los indios acampados en dos distintos lugares y en la orilla opuesta del arroyo, los que forman un grupo permanente de un millar de familias. Estos indios, sometidos a la autoridad del Cacique Catriel, que tiene bajo sus órdenes ochocientas lanzas, reciben un subsidio del gobierno, se dedican a la cría de vacas, ovejas y aves, cazan avestruces y guanacos en la pampa, tejen ponchos y cintos, y venden a los cristianos los productos de sus cacerías e industrias, o los cambian por objetos de manufactura europea.”
Enrique Armaignac, médico francés que conoció nuestra ciudad el año 1870, se ocupa de ella en su interesante y muy ilustrativo libro VOYAGE DANS LES PAMPAS, en términos que demuestran que el núcleo urbano de entonces no era el de un simple y rudimentario villorrio, sino el de una población plena de actividades y acentuado adelanto edilicio y económico. Nos las describe “con verdaderas calles que, no obstante su falta de pavimento, estaban muy limpias y bordeadas de veredas construidas con ladrillos puestos de canto o hechas de botellas hundidas verticalmente con el gollete hacia abajo. “Casas bajas, agrega, con techos de tejas o azotea, formaban a lo largo de esas calles, una prolongada continuidad de negocios o viviendas particulares. Había cafés, hoteles, farmacias, sombrererías, mercerías, y sobre todo, bazares de los más diversos objetos: tejidos, lencería, atalajes, arreos de montar, quincallería, armas, alhajas, artículos coloniales, jabones, ropas confeccionadas, vino, licores y otras mercancías. También había modistas, peluqueros, herreros, orfebres, y por último médicos, notarios, oficiales, soldados, propietarios y rentistas. Era, en una palabra, una verdadera ciudad, con todas las clases de industrias para una población de cuatro a  cinco mil habitantes, y confieso que mi sorpresa fue grande cuando vi todo eso, pues no esperaba tantas comodidades y adelantos”.
Romain D ´Aurignac, otro viajero francés que visitó Azul en 1878, autor del libro TROIS ANS CHEZ ARGENTINS, cuyas páginas muestran una marcada predilección hacia lo exótico y hacia la narración truculenta, presenta nuestra ciudad como expresión de una colonia progresista, en una situación geográfica agradable, formada por alemanes, italianos, suizos, franceses, algunos ingleses, y una gran mayoría de población compuesta por “gauchos dedicados a la cría de ganado en gran escala”.
El Dr. Estanislao S. Zeballos, que por primera vez estuvo en  Azul el año 1874, nos dice en su VIAJE AL PAIS DE LOS ARAUCANOS, que en el año 1879 era una ciudad extensa, con edificación opulenta y una riqueza palpitante. “Las calles, agrega, han sido correctamente delineadas de sudoeste a noreste, correspondiendo la mayor extensión urbana al primer rumbo, cuyas calles, densamente pobladas, miden veinte cuadras de ciento cincuenta varas, mientras que las de sudeste a noroeste no exceden de diez y ocho cuadras. Así, el área poblada más o menos densamente es de trescientas cincuenta manzanas, con mil doscientos edificios de importancia y numerosos de segundo orden”.
No son estos relatos, parcos y fríos, los mejores elementos para apreciar, en su abultada medida, la importancia económica y el adelanto material de Azul en las épocas en que, habiendo ya dejado de ser una línea de frontera interior, continuaba siendo el más avanzado baluarte de penetración del progreso en todo el sud de la campaña argentina.
Esa importancia y ese adelanto, nunca declinados, siempre crecientes, no estuvieron subordinados a la sola circunstancia de ser Azul un punto de apoyo militar para la expansión del trabajo en las llanuras dominadas o amenazadas por el indio.
La importancia de Azul, en la época a que nos estamos refiriendo, no fue la transitoria que tuvo la ciudad de Dolores durante algunos años, mientras la favoreció el hecho de ser el lugar terminal de una línea férrea. El progreso de Azul, su potencialidad de riqueza y su robusto vigor de crecimiento, si bien recibieron la influencia de factores análogos, respondieron, más que nada, a causas fundamentales y permanentes. La calidad de sus tierras circundantes y su situación geográfica actuaron entre esas causas, comunes a otras regiones patrias, pero mayor y más persistente trascendencia tuvo el plan de aparcelamiento y distribución de sus campos, subdivididos en suertes de estancia, que sirvió de base para la creación de la línea de frontera del Arroyo Azul y la fundación del pueblo, y que, sin haber sido óbice para el rápido enriquecimiento y los latifundios de los parientes de Rosas y sus allegados, permitió la radicación y el paralelo enriquecimiento de múltiples y multiplicados pobladores, con la inmediata consecuencia de una más intensa, más difundida y más eficaz explotación rural.
Otro factor de poderosísima influencia, que explica el progreso de Azul lo constituyeron los elementos étnicos que, siguiendo el núcleo vernáculo inicial o mezclado al mismo, fueron nutrido aporte en la formación azuleña. Ya, con anterioridad, me he referido a los recios vascos y a los industriosos bearneses que, antes y después de la caída de Rosas, llegaron al Fuerte de Azul trayendo consigo sus sueños de fortuna, su emprendedora audacia, su valentía en la adversidad y sus pujantes esfuerzos. Ellos, en gran número, con la incorporación de gentes de otras regiones de España y de Francia y, más tarde, de Italia, fueron los que, junto con el nativo conquistador y al amparo del gaucho vaquero, del gaucho soldado y del fortín protector, dieron vida y actividad de producción a las tierras del desierto, unas veces a retaguardia de la línea de acción militar, otras más allá de sus lindes de defensa, y siempre en la zozobra del malón y en el riesgo de la muerte.
Fueron esos elementos de aporte foráneo, exaltados en generoso plasma argentino, los que, dando al Azul características y vigor propio, ensancharon hacia destinos de plétora el cauce de sus progresos materiales.
Azul sólo tenía en 1854 una población de 5.912 habitantes, que aumentaron hasta 7209 quince años más tarde, según las cifras que nos da el primer Censo Nacional de 1869. De ese segundo número de habitantes, 5863 eran argentinos y 1346 extranjeros; pero la proporción de los últimos fue creciendo en forma tal que, al realizarse en Censo Provincial de 1881, sumaban casi el treinta por ciento de la población total, pues el número de argentinos era de 11346 y el de extranjeros de 4744, y entre éstos, se contaban 1414 españoles, 1178 franceses y 2626 italianos, además de 71 alemanes, 188 uruguayos, 57 paraguayos, 86 suizos, 133 ingleses y distintos números de otras nacionalidades. Esta población, cuya cifra total se había duplicado en el breve espacio de una década, dio origen a un núcleo de apreciable ponderación edilicia, que puso en Azul la condición de constituir el centro urbano más importante de la Provincia en la región exterior del Salado. Bastan para demostrarlo, sin recurrir a las robustas expresiones de la riqueza rural, las cifras de los censos de 1869 y 1871. Entre esos años, el Partido de Azul llegó a contar con 3109 casas de todos los tipos de construcción, mientras que Dolores, que le seguía en orden de importancia, solo tenía 2332, Tandil 1411, Las Flores 1890 y Bahía Blanca 735, correspondiendo igualmente a la planta urbana de Azul el mayor número de casas construidas con ladrillos y techos de azotea.
De los 4744 extranjeros que habitaron en Azul entre los años 1870 y 1880, lo mismo que sus antecesores en fecha de radicación, muchos se dedicaron a las actividades rurales y otros, en menor número, a las explotaciones comerciales en el radio urbano y en algunos puntos avanzados de la campaña. Todos ellos fueron elementos decisivos para el progreso azuleño, el cual, en el año 1874, se nos presenta con un volumen sorprendente. Así lo demuestran las cifras oficiales. De ellas, y para traer a estas líneas una visión plena de realidad, vamos a tomar las que contiene el padrón de comerciantes, artesanos y profesionales que, avecindados en el Azul, abonaron impuestos fiscales el año 1873, es decir cuarenta años después de la fundación del Fuerte y cuatro años antes del avance de la línea de frontera interior hasta la zona de Puán y Carhué.
Los originales del padrón aludido, destinados a integrar la colección del MUSEO ETNOGRAFICO Y ARCHIVO HISTORICO DE AZUL, nos ponen en presencia de un pueblo colmado de actividades mercantiles, que sugieren la noción inmediata de una gran riqueza económica y de un tráfico intenso y nutrido. El Partido de Azul, en el año expresado, solo tenía una población inferior a los diez mil habitantes, dentro de sus actuales límites y de los campos que más tarde formaron el de Olavarría. Sin embargo, el padrón de contribuyentes del año 1873 menciona un número tan extraordinario de casas de negocio, con sede urbana,  que un lector inadvertido podría creer que se trata de la capital, densamente poblada, de una provincia en floreciente prosperidad.
Alcanza ese número, que tiene la autenticidad del contralor fiscal, a la cantidad de 228 casas de comercio de toda índole, desde la rica y heterogénea casa de “ramos generales” hasta el “tendejón” humilde y desde una destilería de alcoholes y fábrica de cerveza hasta la precaria pulpería de los suburbios.
De esos 228 negocios, 10 eran de los dichos “ramos generales”, con secciones de almacén de comestibles y bebidas, tienda, mercería, ropería, zapatería, ferretería, sastrería, talabartería, corralón de hierros y madera y artículos de aplicación rural; 4 traficaban al por mayor; 50 vendían comestibles y bebidas y, al mismo tiempo, tejidos; 6 eran platerías y joyerías; 7 comerciaban en calzados únicamente; 2 eran armerías y una de ellas de propiedad de un vasco muy honorable, padre años más tarde de tres hijos médicos; 2 eran “velerías”; 4 “laterías”; y otras 4 casas eran las llamadas “de martillo”, o sea de venta de objetos y mercancías en pública subasta. Había también 6 hornos de ladrillos; 14 fondas; 4 peluquerías; 2 empresas de diarios; 2 fábricas de ataúdes; 2 farmacias; 7 panaderías; 7 herrerías; 2 puestos de frutas y legumbres; 1 talabartería; 10 sastrerías; 19 confiterías; 1 depósito de cal y muchos otros tipos de negocios. Dos médicos, dos parteras y otros tantos farmacéuticos, además de un notario, constituían el elenco profesional del pueblo, en una época en que la ciencia de Esculapio e Hipócrates tenían menos adeptos que las artes de los curanderos y adivinos.
A lo crecido del número de los establecimientos comerciales, debe agregarse el volumen económico de algunos de ellos, principalmente el de las casas de “ramos generales”, cuyo capital y giro comercial, revelados por balances e inventarios de la época, demuestra que aquéllas tenían una importancia quizás superior a las semejantes de la actualidad."